Miguel Ángel Valero
Ana, una niña de diez años, y Sara, su futura madrastra, que está a punto de casarse con el padre de la pequeña, se intercambian el cuerpo por una extraña magia que se produce durante un insólito fenómeno meteorológico. A partir de este momento, Sara, atrapada en el cuerpo de la niña, deberá quedarse en un campamento rodeada de niños gritones y hiperactivos, mientras que Ana, en el cuerpo de la adulta y disfrutando como una enana, ejerce de jueza dejando pasmada a toda la judicatura.
La directora y guionista Ana Murugarren, una de las más taquilleras del cine español tras sus últimos éxitos “El hotel de los líos” y “García y García”, dirige Cuerpos locos, una comedia para toda la familia llena de humor y magia, protagonizada por Paz Padilla, aunque realmente quien se lleva el gato al agua al menos como actuación es la niña, Maia Zaitegi. También actúan Antonio Resines, Ricardo Castella, Miguel Ángel Revilla, Diego Arroba, Juan Manuel Montilla.
La película, que llega a las salas de la mano de A Contracorriente Films, aborda la empatía intergeneracional, mostrando cómo ambas protagonistas aprenden a entenderse mutuamente y a ver el mundo a través de los ojos del otro. La historia combina elementos fantásticos y momentos de alta carga emocional, buscando conectar tanto con niños como adultos mediante el humor y los sentimientos. Entre sus influencias, la directora menciona la película “Big” de Tom Hanks y otras historias de intercambio de cuerpos, actualizando el formato con una relación de madrastra e hijastra en vez de madre e hija.
El film fue rodado en Vitoria y utiliza como uno de sus escenarios un campamento en la isla de Zuaza, afrontando retos logísticos para conseguir un ambiente veraniego y de convivencia infantil. La interpretación de Paz Padilla destaca por su expresividad cómica, papel escrito especialmente para ella por la directora.
“Cuerpos locos” es, en definitiva, una comedia familiar española que actualiza el clásico intercambio de cuerpos con una mirada fresca y divertida, centrada en la convivencia y el entendimiento entre generaciones.
No pasará a la historia del cine por su calidad, pero el espectador pasa un rato divertido y saldrá del cine con otra mirada sobre los demás.