En 2022, el pesquero Alacrán, perteneciente a la armadora Grupo Barros, con sede en el puerto de Vigo, se hallaba desde hacía un mes a unas doscientas millas náuticas de las costas de la isla de Terranova, en Canadá, inmerso en la marea del fletán negro, cuando se hundió tras un fuerte temporal marítimo. A bordo de la embarcación, de cincuenta metros de eslora, trabajaban cuando ocurrió el accidente veinticuatro tripulantes, de los cuales solo dos fueron rescatados con vida.
Los primeros testigos narraron que la situación del mar era muy mala en el momento en que se produjo el naufragio del Alacrán, con olas de hasta diez metros de altura y vientos de más de setenta nudos. Pocos minutos después de que la embarcación activara la baliza de emergencia, se movilizaron barcos y helicópteros que consiguieron divisar dos balsas salvavidas. Cuando llegaron junto a la primera de ellas se percataron de que estaba vacía, y pudieron recuperar de la otra a dos personas con vida y en estado de shock hipotérmico.
Después del inicio del juicio para esclarecer las causas del naufragio, aparece muerto Raúl Barros, el presidente del conglomerado empresarial propiedad del pesquero, junto a su única hija, con la que hacía tiempo que no se hablaba.
El inspector Tristán Negreira y la subinspectora Virginia Almada, del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional de Vigo, serán los encargados de investigar el doble crimen, cuyos motivos se remontan mucho tiempo atrás. Al igual que tras el naufragio del Alacrán lo vital fue lo sucedido en su interior las horas previas al siniestro, para esclarecer la muerte de su armador Raúl Barros también será necesario arrojar luz sobre su pasado.
Detrás de la muerte de un hombre poderoso se esconde una historia de venganza, pero cuando hay tantas personas con motivos para llevarla a cabo, lo difícil es saber de dónde procede la mano que la ejecuta.
A Negreira se le abrirá el suelo bajo los pies al conocer la identidad de las víctimas. Sabe que se avecina un temporal institucional y social tras el doble homicidio, ya que la herida causada por la tragedia del Alacrán sigue bien abierta a la espera de una resolución judicial sobre el caso que esclarezca lo sucedido. La tensión es latente, por todos es conocido cuánto son capaces de presionar los dueños de los barcos cuando las cosas no salen según lo imaginado. No es fácil llevar la contraria al que paga, pero es aún peor cargar sobre tu conciencia con la muerte de veintidós compañeros. Créanme, la gente de la mar es muy supersticiosa con esas cosas.
Al igual que una desgracia de ida y vuelta mecida por las olas de un mar traicionero, los asesinatos amenazan con poner de nuevo a víctimas y familiares del naufragio a los pies del candelero informativo en cuanto la noticia de la muerte de Raúl Barros y su hija corra por las calles. Por otra parte, en la naviera, la desaparición del presidente desatará una lucha por el control de la compañía entre los miembros de la junta directiva.
El inspector Tristán Negreira se verá obligado a capear su propio temporal tras el asesinato del armador mientras intenta separar pasado y presente del juicio mediático y de los intereses empresariales que se ocultan en una historia marcada por las vidas de sus gentes.
"Vivir por primera vez la sensación de vacío que se apodera de una ciudad, de una comarca, cuando le sacude la tragedia de tener que enfrentarse a un naufragio con un alto número de fallecidos, es algo difícil de olvidar. Eso es lo que me sucedió a mí a partir de febrero de 2022, cuando llegaron a Galicia las primeras noticias del hundimiento del pesquero Villa de Pitanxo. La tragedia de estos marineros y sus familias, que comenzó a llenar los periódicos, me espoleó a sumergirme en un mundo fascinante, pero que muy poca gente fuera de esos gremios conoce. Ni tan siquiera gran parte de los habitantes de una de las ciudades más importantes de la costa Atlántica como es Vigo", cuenta el autor de El balanceo del Alacrán (Destino), Eduardo Fernán López, que precisa que "la novela no es la historia del Villa de Pitanxo, sino de todos los buques hundidos por la mala suerte y la codicia de unos pocos".
Eduardo Fernán-López (Villalpando, 1985). doctor en Historia Contemporánea y licenciado en Historia del Arte, publicó en 2021 su primera novela, La dentellada, VI Premio Tuber Melanosporum en Morella Negra y finalista del II Premio Paco Camarasa, del Ojo Crítico de Narrativa 2021 y del IV Icue Negro en Cartagena Negra.