25 Oct
25Oct

Miguel Ángel Valero

"Parte del atractivo de la vida reside en su naturaleza impredecible, en el hecho de esperar y desear". En la página 313 de El lago de la creación, de Rachel Kushner (AdN, 443 páginas, traducción del inglés por Javier Calvo) se puede encontrar una de las claves de esta novela, finalista del Booker 2024.

El argumento ya es original: una astuta espía estadounidense de 34 años, que se hace llamar Sadie Smith, se infiltra en Le Moulin, una comuna de activistas ecorradicales y dispuestos a la violencia en un remoto rincón de Francia. Allí, un enigmático anciano, veterano de aquel mayo del 68, Bruno Lacombe, rechaza la civilización, vive en una cueva (como sus amados neardentales), y defiende que el camino hacia la iluminación, hacia encontrarse con uno mismo, es la vuelta al primitivismo. Pero envía correos electrónicos cósmicos y crípticos (que Sadie Smitth intercepta) sobre la conciencia neandertal y lo que queda de su ADN en el actual Homo Sapiens.

Frente a él, el líder de la comuna, Pascal, un mujeriego, autonombrado heredero del teórico marxista Guy Debord, lo que le vincula con Bruno Lacombe.

No puede faltar el político de turno venido de París, el viceministro Paul Platon (en realidad, Pablo Platón y Platón, todo un personaje), con su Crossback, "negro como el tizón, con una luz azul giratoria sobre el techo para indicar presencia gubernamental, asuntos oficiales", "olisqueando el aire en busca de su oportunidad de salir en la foto". Y el escritor oportunista, Michel Thomas, "el célebre autor y tesoro nacional francés", que confirma aquí su "asombroso don de la oportunidad, su clarividencia".

Con su mirada cínica, la infiltrada vigila esta zona de granjas semiabandonadas, pueblos adormecidos, que considera la "Europa real" proletaria. El aislamiento, el peligro y las penurias emocionales de su trabajo (incluyendo sexo no deseado) no le afectan. Tampoco el fracaso. Ni el éxito. Le gusta lo que hace. Tiene talento para ello, traicionar y desaparecer. No es precisamente un alma ambigua o presa de las dudas o de las contradicciones.

Pero 'El lago de la creación' es mucho más que una deslumbrante y tensa (aunque con momentos divertidos, casi cómicos) trama de infiltración en una comuna en un rincón casi perdido de Francia. Es también una profunda reflexión sobre la identidad y la autenticidad del ser humano, sobre la historia y el sentido de la humanidad. Y la historia de una mujer que, aunque parece no ser consciente de ello, se encuentra atrapada en el fuego cruzado entre el pasado y el futuro. "Cuando hacemos frente a nuestra necesidad de controlarlo, entonces podemos resistir mejor esa necesidad y vivir en el presente", aprende la infiltrada de la experiencia en Le Moulin.

Rachel Kushner crea con Sadie Smith uno de los personajes más fríos que la ficción  estadounidense ha mostrado en los últimos años. Y se consolida como una de las mejores novelistas en lengua inglesa. Desde los párrafos iniciales de 'El lago de la creación' percibes que estás ante una gran escritora, alguien capaz de procesar la experiencia en un nivel profundo, que tiene el don de una penetración intelectual aparentemente casi sin esfuerzo.

Rachel Kushner (Eugene, Oregón, EEUU, 1968) es graduada en Berkeley, obtuvo un máster en Escritura Creativa en la Universidad de Columbia de Nueva York, donde trabajó de editora en revistas. Actualmente vive en Los Ángeles, donde edita la revista Soft Targets. Ha publicado La sala Marte, Los lanzallamas, Télex desde Cuba, los libros de relatos The Strange Case of Rachel K y The Hard Crowd. Ganó el Premio Médicis.

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