Miguel Ángel Valero
Una peregrina habitual del Camino Cojebro Solidario me manda una fotografía hecha el último día de la peregrinación, precisamente en el momento más emocionante, la llegada a la plaza del Obradoiro después de los 100 kilómetros compostelanos, cuando ya no pesan los días, ni los kilos, ni el cansancio, ni los años, las agujetas, los dolores. Todo se olvida ante el placer de llegar a la meta, ante la certeza de que empieza de verdad el Camino.
Esta peregrina me manda la fotografía y sugiere que merece una crónica. Y es cierto, pero no en el sentido que posiblemente esperaba al enviármela. La fotografía reúne a un grupo (no a todas) de las mujeres que hicieron el Camino de Invierno desde Monforte de Lemos.
No tengo nada en contra de que las mujeres se junten y se hagan una fotografía. Todo lo contrario. Me parece bien, aunque, como suele suceder en esos casos, no están todas las que son. Unas, porque no se enteraron de la iniciativa. Otras, porque sabiéndolo, no quisieron participar.
Y eso sí que es muy interesante para este cronista. Una peregrina, habitual del Camino Cojebro Solidario, comentaba precisamente al ver esta fotografía que "yo no me enteré de que se hacía, pero si lo llego a saber no hubiera entrado, porque me parece que no refleja bien lo que es esta experiencia". Otra, también fan de la iniciativa, reconoce que sí se enteró, pero prefirió no participar, porque el Camino Cojebro Solidario "no debe excluir a nadie, y los hombres hicieron los mismos kilómetros que las mujeres" y porque "no veo qué sentido tiene aislarnos nosotras mismas, dejar fuera a los hombres".
Opiniones respetables, que hacen pensar. Insisto en que no critico la fotografía de marras. Pero coincido en que no es la imagen fiel del Camino Cojebro Solidario. Creo que el espíritu de esta iniciativa se recoge mucho mejor en esta fotografía del gran Fernando Alonso:
Todos, hombres y mujeres juntos, mezclados, sin exclusiones, sin discriminaciones. Todos iguales siendo diferentes.
El Camino no termina en una Senda
Por otra parte, han pasado ya unas semanas del Camino Cojebro Solidario 2025 y hay quien me reprocha, no sin razón, que no haya criticado, como hice en la anterior edición con el encuentro organizado en Gijón por el Consejo General de Colegios de Mediadores de Seguros, la coincidencia con unas jornadas de Senda. En realidad, sí lo he hecho, pero no en esta crónica, lo que desde luego es criticable.
Lo que sucede es que uno no tiene vocación de ser la voz que predica en el desierto. Llevo mucho tiempo advirtiendo al sector asegurador de que se está pegando un tiro en el pie al hacer coincidir actos, presentaciones de resultados, y otras iniciativas el mismo día, e incluso a la misma hora. Con lo fácil es que mirar la Agenda de Unespa. O, para barrer para casa, la de Dinero Seguro, que ofrece una visión, lo más completa posible, de todo lo que va a suceder.
En este caso concreto, uno no sabe qué es peor. Si pensar que una organización de corredores hace eso para tratar de debilitar la iniciativa de un supuesto competidor, lo cual es un disparate porque el Camino Cojebro Solidario es imbatible (259 peregrinos este año, récord, y no hace falta ser adivino para vaticinar que en 2026 serán más aunque la propuesta no sea la lógica, Santiago-Fisterra, tras quedarse la conciencia como la piel de un bebé, arrojar la piedra en Finisterre, sino al revés, del 19 al 25 de septiembre).
Cojebro responde como debe hacerse, madrugando: ya está convocada (hasta las reservas de los hoteles donde nos alojaremos los peregrinos están hechas) la X edición: del 18 al 24 de septiembre de 2027.
O si pensar que los que han ido del Camino Cojebro a las jornadas de Senda no lo han hecho arrastrando los pies, sin muchas ganas. En este sentido, una encuesta de este cronista durante la penúltima jornada ofrecía resultados abrumadores, aunque seguro que estadísticamente poco relevantes: "con lo bien que estoy aquí, y me tengo que ir a lo de Senda", "hubiera preferido llegar a Santiago, pero me mandan a las jornadas de Senda". Y así unas cuantas lamentaciones. Porque no encontré a nadie contento con la obligada mudanza.
Lo cierto es que la coincidencia a quien ha hecho trabajar, y mucho, es al ejemplar equipo de logística de Cojebro, con idas y venidas de las ya famosas cojebronetas, para llevar a los peregrinos a donde sus obligaciones profesionales les reclaman. Algo que no se hubiera producido simplemente retrasando un día la convocatoria de Senda.
Pero, en fin, como desgraciadamente no va a ser la última vez que pase, que cada palo aguante su vela. Y Dios reparta suerte.