En la madrugada del sábado 25 de octubre al domingo 26 se producirá en España el cambio horario, que se traducirá en el retraso de una hora en los relojes (teóricamente se gana una hora de sueño, la que se perdió en el ajuste anterior de verano). “Como sabéis, esta semana se vuelve a cambiar la hora otra vez”, afirma el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un vídeo publicado en su perfil en X. “Francamente, yo ya no le veo sentido. En todas las encuestas a las que se les pregunta a los españoles y a los europeos, de manera mayoritaria, están en contra de cambiar el horario”, añade.
En línea con la votación de hace seis años en el Parlamento Europeo, el Gobierno español defiende ante sus socios europeos que dejemos de cambiar las horas dos veces al año en 2026.
La propuesta se ha lanzado en el Consejo de Transporte, Telecomunicaciones y Energía de la Unión Europea en Luxemburgo. No estaba en el orden del día, pero el secretario de Estado de Energía, Joan Groizard, que representa a España en este Consejo, solicitó su incorporación “para reabrir el debate sobre el cambio de hora”.
Los argumentos utilizados son el respaldo mayoritario de la ciudadanía española y europea, la falta de evidencia científica en la relación del cambio de hora con el ahorro energético, y los efectos negativos que supone variar el horario dos veces en la salud y el bienestar de los ciudadanos. El sistema actual ya no sirve para conseguir los dos objetivos que se perseguían cuando se implantó, en 1980, que eran el ahorro energético y la armonización del mercado común y, sin embargo, los dos cambios anuales provocan “trastornos de sueño y de hábitos de vida”.
La Comisión Europea respalda la iniciativa de Pedro Sánchez y se va a poner a trabajar para conseguir el consenso del resto de los países.
La propuesta de Pedro Sánchez cuenta con el apoyo de la Sociedad Española de Sueño (SES), que, en base a la evidencia científica existente, aconseja que éste sea el último cambio horario y que a partir del mismo se mantenga de forma permanente el horario de invierno (GT+1).
El horario de invierno promueve un ritmo biológico más estable que el del verano, algo que contribuye a mejorar el rendimiento intelectual y ayuda a disminuir la aparición de enfermedades como las cardiovasculares, la obesidad, el insomnio y la depresión. Es el más beneficioso para la población, especialmente para los grupos más sensibles a los cambios de horario y a padecer trastornos del sueño y de la salud como son los niños y las personas de edad avanzada.
Según estudios elaborados en la Universidad de Murcia, el horario de invierno en España es el que permite una mayor sincronía entre la salida del sol y el inicio de la jornada laboral y escolar; y el que propicia tener una mayor exposición a la luz solar durante esa jornada. El horario de invierno facilita tener más horas de sueño y un despertar más natural que coincide con el amanecer.
En contraposición, si el horario establecido de forma permanente fuese el de verano (GT+2), nos encontraríamos con que en algunas ciudades españolas el amanecer no se produciría antes de las 9.30 horas durante el invierno, mientras que en verano el anochecer no llegaría hasta las 22:00 horas. Según la SES, esta desincronización entre la luz y la hora, que ya se produce en los meses de verano, provoca que las personas tengan tendencia a acostarse más tarde por la noche y a despertarse más tarde por la mañana. Un desajuste que provoca que se tienda a dormir menos tiempo los días laborables y a dormir más los festivos, en una situación que, según la SES, puede favorecer un bajo rendimiento laboral y escolar y, de forma crónica, facilitar la aparición de enfermedades asociadas a la falta y a la mala calidad del sueño.
El control del sueño corre a cargo de un reloj interno situado en el cerebro que depende de factores externos como la temperatura y la luz. Según la SES, aunque el cambio solo sea de una hora, éste altera el tiempo de exposición al sol durante el día y desequilibra al reloj interno, que tarda varios días en reajustarse, algo que provoca que no sea infrecuente que durante los primeros días después del cambio de hora algunas personas refieran irritabilidad, falta de concentración, bajo rendimiento laboral e insomnio.
Pero sus consecuencias podrían ir incluso un poco más allá, ya que un estudio ha vinculado el cambio horario con un incremento de la incidencia de obesidad y de ataques cerebrovasculares.
Por ello, desde la SES se aboga por que éste sea el último cambio horario y porque se promueva una mayor exposición a la luz natural cuando la mayoría de las personas están trabajando o aprendiendo en la escuela. Lo que ocurre durante el horario de invierno.
La SES recuerda que dormir adecuadamente las horas necesarias y mantener un ritmo regular del ciclo sueño-vigilia es uno de los pilares fundamentales de la salud. No en vano, un sueño insuficiente, desorganizado y de mala calidad, favorece la aparición de enfermedades tan frecuentes, graves y con tan alto impacto social y económico como el cáncer, la enfermedad de Alzheimer, la hipertensión arterial, la obesidad, la diabetes, el infarto de corazón, el ictus, la depresión y la ansiedad.