25 Oct
25Oct

Miguel Ángel Valero

Japón ha dado un paso histórico al elegir a Sanae Takaichi como su primera mujer primera ministra. Con 237 votos en la Cámara Baja y la posterior confirmación en la Cámara Alta, rompe siglos de dominio masculino en la política japonesa y se convierte en símbolo de cambio en un país donde la representación femenina en el poder ha sido tradicionalmente escasa. 

A pesar del logro histórico, Takaichi hereda un panorama político complejo. En apenas dos semanas, su partido perdió a su socio tradicional, el Komeito, pero logró tejer una nueva alianza con el Partido de la Innovación de Japón (Ishin). Esta coalición, sin embargo, se queda a dos escaños de la mayoría absoluta, lo que deja en el aire su capacidad para aprobar reformas y mantener la estabilidad del gobierno.

Su llegada al poder marca también un giro ideológico hacia la derecha. Admiradora confesa de Margaret Thatcher, Takaichi defiende una línea nacionalista y firme en materia de defensa y soberanía, en un contexto de crecientes tensiones con China y Corea del Norte. Su ascenso refleja el malestar de una parte del electorado que percibe un estancamiento en el nivel de vida y teme una pérdida de identidad ante el aumento del número de extranjeros.

Nada más asumir el cargo, la nueva primera ministra se movió con rapidez para formar un gabinete que refleje cohesión dentro del Partido Liberal Democrático (LDP), repartiendo carteras clave entre distintas facciones internas. Nombró a Shinjiro Koizumi como ministro de Defensa y a Toshimitsu Motegi como ministro de Exteriores. Pero el gesto más simbólico fue el nombramiento de Satsuki Katayama como ministra de Finanzas, la primera mujer en la historia de Japón en ocupar ese puesto. 

Tanto Takaichi como Koizumi mantienen una línea económica continuista respecto al legado de Shinzo Abe, su mentor político. Apoyan el gasto público y los estímulos fiscales como motores del crecimiento (la esencia del “Abenomics”) y han sido críticos con el Banco de Japón por endurecer su política monetaria demasiado pronto. 

La reacción de los mercados fue inmediata: el yen se debilitó y la Bolsa japonesa repuntó, anticipando una etapa de mayor estímulo fiscal y tipos de interés bajos. A esto se suma la primera propuesta de Katayama: reducir temporalmente a cero el impuesto sobre las ventas de alimentos, una medida de alto valor simbólico en un momento en que el coste de vida sigue presionando a los hogares japoneses.

En el frente internacional, Takaichi se estrenará muy pronto en la diplomacia global. Donald Trump visitará Tokio la próxima semana, en un momento clave para redefinir la relación entre Estados Unidos y Japón, especialmente en defensa y comercio.

"Sanae Takaichi inicia su mandato con una mezcla de esperanza y tensión. Su mayor reto será controlar las cuentas públicas en un entorno de bajo crecimiento, cumplir con sus promesas de estímulo y rebaja de impuestos sin desatar más inflación y sin endeudar más al país, mientras intenta mantener la estabilidad del yen y consolidar una coalición frágil en medio de la polarización política. A simple vista parece una labor titánica difícil de acometer", advierte el analista Pablo Gil en The Trader.

DWS: el Nikkei sube un 25% en 2025

Los últimos acontecimientos políticos en Japón y los vientos favorables estructurales están aportando una nueva vida al mercado bursátil del país asiático. El índice bursátil japonés Nikkei 225 ha subido alrededor de un 25% desde principios de año y, con casi 50.000 puntos, se acerca a su máximo histórico. Los factores que lo impulsan no son solo la euforia por la inteligencia artificial (IA) y la debilidad del yen, sino también una nueva realineación política en Tokio. Tras la elección esta semana de Sanae Takaichi como primera ministra y la formación de una coalición entre su Partido Liberal Democrático (PLD) y el Partido de la Innovación de Japón (Ishin), orientada a las reformas, los agentes del mercado tienen la esperanza de que se aplique una agenda favorable al crecimiento.

El optimismo proviene de la especulación en el mercado sobre la posibilidad de que Takaichi lanzará el 'Abenomics 2.0'. Este término es sinónimo de la política económica del primer ministro Shinzo Abe, introducida en 2012 cuando llegó al poder por segunda vez. Implicaba aumentar la oferta monetaria del país, impulsar el gasto público y aplicar reformas para hacer más competitiva la economía japonesa. En aquel momento, el periódico The Economist describió el programa como “una mezcla de reflación, gasto público y una estrategia de crecimiento diseñada para sacar a la economía del letargo en el que ha estado sumida durante más de dos décadas”.

Son precisamente estas expectativas —el estímulo fiscal, una política monetaria favorable y una mayor presión para la reforma— las que actualmente están despertando las esperanzas del mercado. Algunos expertos advierten que gran parte del optimismo ya se ha descontado. Sin embargo, la combinación de estabilidad política y una agenda orientada al crecimiento podría proporcionar un importante apoyo al desarrollo económico y a los mercados.

Sin embargo, el repunte bursátil japonés no se basa únicamente en la dinámica política y normativa. Hay fuerzas estructurales que refuerzan la tendencia alcista, como el regreso de los inversores extranjeros, las reformas en el gobierno corporativo y las recompras de acciones por parte de las empresas japonesas, que han alcanzado niveles casi récord. Estos acontecimientos pueden indicar un cambio cultural que se aleja de la tendencia japonesa de acumular efectivo, arraigada desde hace mucho tiempo. A principios de año, la Bolsa de Tokio instó a las empresas nacionales a utilizar el capital de manera más eficiente, fomentando así las recompras y el aumento de los dividendos.

La estructura del mercado también es un factor importante que impulsa el impulso actual. Mientras que las acciones tecnológicas se están volviendo cada vez más volátiles, las industriales y financieras han impulsado al alza los índices, beneficiándose del aumento de los rendimientos y de las perspectivas de apoyo fiscal. El índice Topix, más amplio, también ha subido, impulsado por las acciones de los sectores electrónico y bancario. Las empresas de pequeña capitalización también están cobrando mayor protagonismo, ya que se ven especialmente afectadas por la petición de la Bolsa de Tokio de utilizar el capital de forma más eficiente y necesitan ajustar su estructura de capital en consecuencia. Por lo tanto, el repunte es mucho más amplio de lo que sugieren los titulares centrados en el Nikkei.

“La política monetaria del Banco de Japón sigue siendo un factor clave”, afirma Lucas Brauner, economista especializado en Japón de DWS. “Tras abandonar la política de tipos de interés negativos, es probable que se produzcan nuevas subidas de los tipos de interés, aunque actualmente esperamos que se retrasen algo debido a la fase de transición política y a las medidas de estímulo previstas”. Estos retrasos deberían dar a los mercados tiempo suficiente para absorber el estímulo fiscal y suavizar la transición hacia unos rendimientos nominales más altos, salvaguardando así la recuperación económica.

El reciente repunte bursátil se basa en el nombramiento de Sanae Takaichi como primera ministra, los vientos favorables estructurales y la debilidad del yen. Los mercados anticipan un periodo de estabilidad política y expansión fiscal, un entorno que vuelve a situar a Japón en el punto de mira de la inversión mundial tras años de estancamiento. "En nuestra opinión, las perspectivas siguen siendo positivas", resaltan en DWS.

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