20 Nov
20Nov

Miguel Ángel Valero

La ventaja que tiene realizar el Barómetro de Juventud, Salud y Bienestar desde 2017 es que permite observar cómo las crisis -económica, sanitaria y social- han dejado huella en la salud, pero también cómo la juventud ha desarrollado nuevas estrategias de adaptación y cuidado. El análisis longitudinal revela una generación más consciente, más capaz de nombrar su malestar y más comprometida con su bienestar. Sin embargo, la mejora no es lineal: la soledad, la ansiedad y las desigualdades persisten como alertas. La salud juvenil no depende solo de los hábitos individuales, sino del contexto en que se vive: la estabilidad, las oportunidades y la red social que sostiene tienen un peso innegable en las vivencias del bienestar.

La juventud española mejora la percepción de su salud y bienestar tras años de deterioro, según el Barómetro de 2025, realizado por Fundación Mutua Madrileña y Fad Juventud, que refleja una recuperación general en la valoración que los jóvenes hacen de su estado físico y mental. 

Casi dos de cada tres jóvenes perciben su salud como buena o muy buena. Tras varios años de descenso, la valoración mejora notablemente desde 2023 y rompe la tendencia negativa, aunque aún no se alcanzan los niveles previos a la pandemia. Se consolida una mirada más optimista sobre la salud entre la población joven, pero Lorenzo Cooklin, director general de la Fundación Mutua Madrileña, avisa que persisten señales de vulnerabilidad en ámbitos como la salud mental, la soledad no deseada, o las desigualdades de género y edad.

La salud mental muestra una leve mejora, aunque continúa siendo uno de los grandes desafíos. El 54,7% de jóvenes afirma haber tenido algún problema psicológico, psiquiátrico o de salud mental en el último año, una cifra inferior a la de 2021 y 2023, pero el doble que en 2017. El 42,8% ha recibido algún diagnóstico profesional en algún momento de su vida, principalmente de ansiedad, pánico o fobias (17,9%) o depresión (15,7%).

La soledad no deseada emerge como una de las principales fuentes de malestar emocional. Entre 2023 y 2025, la proporción de jóvenes que afirma haberla sentido pasa del 81,6% al 87,5%, lo que confirma una tendencia creciente pese ala mejora general del bienestar físico y mental. Nueve de cada diez jóvenes la han experimentado en el último año y una cuarta parte (26,5%) de manera frecuente.

Aunque el 79,7% dice contar con redes de apoyo suficientes, sólo el 67% las utilizan cuando se enfrentan a un problema. Las mujeres tienden a compartir su malestar más que los hombres, pero también declaran sentirse más juzgadas.

"Los jóvenes hoy se preocupan cada vez más por su salud física y adoptan hábitos saludables, lo cual es una buena noticia de cara a la prevención de enfermedades en un futuro. No obstante, también se constata que más de la mitad de los jóvenes manifiestan síntomas de malestar psicológico. Estos datos nos indican que no debemos bajar la guardia y seguir trabajando en el cuidado de la salud mental, en especial en la prevención del suicidio, y en trabajar sobre los efectos de la soledad no deseada, que es un problema muy frecuente según revela este Barómetro", insiste Lorenzo Cooklin.

Para Beatriz Martín Padura, directora general de Fad Juventud, “los datos nos muestran a una juventud que empieza a recuperar su bienestar, pero también evidencian que la salud no puede entenderse solo desde lo individual. Factores como la soledad, la incertidumbre o las desigualdades siguen afectando profundamente a su equilibrio emocional. Avanzar en salud juvenil implica trabajar también por vínculos más sólidos y por entornos sociales que cuiden".

Margarita Guerrero, directora general del Injuve, habla de "un escenario poco motivador, de crisis, de dificultad para emanciparse, en el que hay que vigilar la preocupación estética y el incremento de las desigualdades, y desarrollar estrategias preventivas basadas en construir entornos más seguros para los jóvenes, porque la conexión digital no es suficiente".

Preocupación por el bienestar físico

La mejora de la salud percibida se acompaña de un aumento claro en la preocupación por el bienestar físico. El 72,3% de jóvenes afirma preocuparse mucho o bastante por su salud, una cifra que crece respecto al Barómetro anterior, subraya Anna Sanmartín, directora del Centro Reina Sofía de Fad Juventud. El 64,9% considera que su estado de salud es bueno o muy bueno, diez puntos más que en 2023, confirmando un cambio de tendencia tras varios años de descenso sostenido entre 2017 y 2023.

Esa preocupación se traduce en rutinas más saludables. El 68,1% dice llevar un estilo de vida sano -7,6 puntos más que en 2023- y el 42,6% realiza ejercicio todos o casi todos los días. Desde 2019, el porcentaje de jóvenes que hace deporte a diario ha aumentado en veinte puntos, lo que refleja una relación más activa con el cuidado del cuerpo y la salud. También crece el interés por la alimentación: el 56,2% asegura cuidarla mucho o bastante, un incremento de 18 puntos desde 2023. 

Sin embargo, junto a esta mayor conciencia aparece un fenómeno paralelo: la preocupación por la imagen. Quienes dicen estar muy o bastante preocupados por su imagen han aumentado 16 puntos, especialmente las mujeres y las personas más jóvenes.

No se busca ayuda profesional para los problemas de salud mental

La salud mental sigue siendo uno de los principales retos. El Barómetro muestra que se expresa sobre todo en síntomas cotidianos. El cansancio y la falta de energía son los más frecuentes (52,3%), seguidos de la falta de concentración (47,6%), la tristeza (45%) y la falta de interés (44,4%). Les siguen la incertidumbre y el insomnio, ambos por encima del 40%. Los menos habituales son la necesidad de calmarse con alcohol o pastillas y la falta de deseo sexual.

Desciende ligeramente el porcentaje de jóvenes con diagnóstico de salud mental(del 50% en 2023 al 44,8% en 2025), un dato que puede reflejar cierta estabilización tras el incremento sostenido de los años anteriores. Los trastornos de ansiedad son los más habituales y los únicos que crecen respecto a 2023 (del 15,9% al17,9%), seguidos del TDAH (del 7,6% al 9,2%) y de la depresión, que se mantiene como segundo problema más común, aunque desciende ligeramente (del 17,7% al 15,7%).

Aunque se normaliza hablar de salud mental, sólo uno de cada cuatro jóvenes ha buscado ayuda profesional. El coste económico (31%) y la idea de poder resolverlo por su cuenta (22%) siguen siendo las principales razones esgrimidas, lo que evidencia que la conciencia ha avanzado más rápido que el acceso a los recursos.

El Barómetro constata una reducción en la ideación suicida respecto a ediciones anteriores. En 2025, un 43% de jóvenes afirma haber tenido pensamientos suicidas alguna vez -frente al 48,9% de 2023-, y un 7,6% los ha experimentado con frecuencia. Aunque el descenso es significativo, las cifras siguen siendo preocupantes, especialmente entre los más jóvenes.

Por primera vez, el Barómetro diferencia entre ideas suicidas y prácticas autolesivas no suicidas, ambas vinculadas a un malestar emocional intenso. El 34,7%) declara haberse autolesionado alguna vez, y un 6,8% lo hace con frecuencia o de manera continua. Las mujeres son más proclives a haberse autolesionado alguna vez, aunque entre quienes lo hacen con frecuencia, los hombres presentan porcentajes ligeramente superiores (18,3% frente a 14,6%).

Las autolesiones y la ideación suicida se concentran entre los grupos con menor nivel de estudios y mayor carencia material. Entre quienes viven carencias severas, el 24,8% reconoce haberse autolesionado con frecuencia. Los datos apuntan a que el sufrimiento emocional juvenil está profundamente atravesado por las desigualdades

Las principales preocupaciones de la juventud en materia de riesgo se relacionan con la violencia y la exposición personal. Un 33,7% teme sufrir violencia física, un 33% violencia sexual y un 31,3% acoso en el ámbito laboral o educativo. También generan inquietud las consecuencias de las prácticas sexuales de riesgo: un 32,8% teme contraer una infección de transmisión sexual (ITS) y un 31,5% un embarazo no deseado.

En el ámbito de la movilidad, los comportamientos de riesgo siguen siendo frecuentes. Uno de cada tres jóvenes (33,3%) admite haberse subido a un vehículo conducido por alguien bajo los efectos del alcohol o las drogas, y un 27,7%reconoce haber conducido de manera temeraria. Aunque la conducción bajo los efectos del alcohol es menos habitual, todavía el 21,1% reconocen haberlo hecho en los últimos seis meses.

Brechas de género y de edad

Las diferencias por género y edad atraviesan todos los ámbitos de la salud. Las mujeres presentan peores indicadores de bienestar emocional y más síntomas de ansiedad o tristeza. El 77,3% manifiesta preocupación por su salud (frente al 67,5% de los hombres) y un 44,7% reconoce alta presión por su imagen (frente al 27,5%), lo que refleja la carga social y simbólica que soportan. Los hombres, en cambio, muestran mayor implicación en conductas de riesgo -como consumo de sustancias o conducción temeraria- y menor disposición a pedir ayuda.

El grupo de 20 a 24 años concentra los niveles más altos de estrés e incertidumbre. Es una etapa marcada por la transición a la vida adulta y la precariedad, donde las expectativas y la realidad chocan con fuerza. Frente a ellos, los mayores de 25 muestran más estabilidad emocional, aunque una mayor preocupación por el trabajo y la economía. Las desigualdades, más que biológicas, son el reflejo de condiciones sociales y vitales diferentes.

En la presentación del V Barómetro intervinieron también Margarita Marí-Klosé, doctora en Sociología por la Universidad de Barcelona; Pilar Blasco, vicepresidenta del Consejo de la Juventud, Pablo R. Coca (Occimorons), ilustrador y psicólogo sanitario especializado en juventud; y Francisco González Aguado, subdirector del Comisionado de Salud Mental del Ministerio de Sanidad.

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