26 Oct
26Oct

Miguel Ángel Valero

China ha confirmado que su economía sigue encaminada a cumplir el objetivo oficial de crecimiento del 5%, aunque el ritmo se enfría. En el tercer trimestre, el PIB aumentó un 4,8% interanual, el dato más débil en un año, pero suficiente para mantener la narrativa de estabilidad. Según la Oficina Nacional de Estadísticas, los resultados de los primeros nueve meses (con una expansión media del 5,2%) “sientan una base sólida” para alcanzar la meta anual.

El dato se hacía público en una semana clave para Pekín, coincidiendo con la reunión del Comité Central del Partido Comunista, donde se debatió el próximo plan quinquenal. 

Entre 2021 y 2024, China sostuvo un crecimiento económico promedio del 5,5%, impulsado por la recuperación pospandémica y el fortalecimiento del consumo interno. Sin embargo, los datos más recientes muestran señales de enfriamiento que podrían complicar los objetivos para cierre de año. 

Entre julio y septiembre de 2025, el PIB chino creció el 4,8% interanual, el ritmo más bajo del año, pero también cuatro décimas menos que en el trimestre anterior y unas seis décimas menos que lo que reportó entre enero y marzo de este año. Y además ha sido menor de lo esperado

Pese a esto, Pekín sigue enviando mensajes optimistas y espera que el actual Plan Quinquenal, el XIV, (2021-2025) termine con un PIB de unos 4,93 billones$.

"China se enfrenta así a su dilema más complejo en décadas: mantener el crecimiento sin volver a inflar burbujas como la inmobiliaria ni depender eternamente del comercio exterior", subraya el analista Pablo Gil en The Trader. La industria exportadora y la intervención estatal compensan parcialmente un consumo débil, una inversión estancada y un entorno deflacionario prolongado. El gran desafío de Xi Jinping será mantener la estabilidad económica y política mientras intenta transitar hacia un modelo más equilibrado, capaz de sostener el liderazgo global de China sin poner en riesgo su propia cohesión interna.

Mientras su crecimiento económico se desacelera al 4,8% interanual, China prepara un nuevo plan quinquenal que orientará su desarrollo económico y social entre 2026 y 2030. El Partido Comunista busca combinar estabilidad, innovación y sostenibilidad en la siguiente fase de su modernización mientras intenta llegar a su objetivo de crecimiento de PIB del 5%.

La segunda economía más grande del planeta entra en una nueva etapa de planificación nacional. El XV Plan Quinquenal es un documento estratégico que definirá las prioridades del país hacia su meta de modernización socialista para final de década.

Durante más de 70 años, los planes quinquenales han sido el instrumento central de la política económica china. Desde el primero, en 1953, estos programas de cinco años han guiado las decisiones en materia de desarrollo, industria, innovación y bienestar social, y han trazado la ruta de crecimiento para establecer un rol protagónico en la esfera global.

Equilibrio entre crecimiento y sostenibilidad

Ahora, el nuevo plan busca equilibrar crecimiento y sostenibilidad, en un contexto marcado por la desaceleración económica y las complejas tensiones que se gestan en el panorama global que han llevado a redibujar el tablero geopolítico.

Las estadísticas muestran una economía resistente, pero cada vez más desequilibrada. La industria sigue siendo el motor más sólido, con una producción que creció un 6,5% en septiembre, muy por encima de lo previsto. Pero la otra cara es preocupante: las ventas minoristas apenas avanzaron, la inversión en activos fijos cayó por primera vez desde 2020, y el sector inmobiliario continúa en crisis. Incluso la inversión en infraestructuras (históricamente el salvavidas de Pekín) apenas creció un 1,1% en el año, el ritmo más bajo en un lustro.

El problema más inquietante no está en el crecimiento real, sino en el crecimiento nominal: los precios en la economía llevan cayendo diez trimestres consecutivos. Esta deflación persistente refleja la feroz competencia entre empresas chinas, la saturación industrial y el bajo nivel de consumo. Aunque las exportaciones siguen siendo el gran sostén del PIB, el consumo interno no despega y la confianza del ciudadano sigue deteriorándose. "El modelo basado en inversión, deuda y exportaciones empieza a mostrar síntomas de agotamiento estructural", advierte el analista Pablo Gil en The Trader. 

Pekín promete políticas “más proactivas” y una mayor atención al empleo y la demanda interna, pero los pasos concretos siguen sin aparecer. El Gobierno ha intentado reactivar la actividad autorizando a las provincias a usar 500.000 millones de yuanes (unos 70.000 millones$) en bonos con el objetivo de sanear sus cuentas y estimular la inversión pública. Pero los estímulos siguen siendo limitados y selectivos, muy lejos de los grandes paquetes de rescate del pasado.

De ahí la importancia del nuevo plan quinquenal, el XV, que busca reorientar el crecimiento hacia la autosuficiencia tecnológica, la innovación y el consumo doméstico. Entre sus ejes estratégicos figuran:

  • La creación de “nuevas fuerzas productivas de calidad” (tecnología, inteligencia artificial, materiales avanzados y energías limpias)
  • Una transición ecológica más ambiciosa
  • El fortalecimiento de la seguridad económica y nacional
  • Y una apuesta por reducir desigualdades internas y aumentar el bienestar social

El objetivo declarado por Xi Jinping es que China logre una “modernización socialista” para 2035, combinando seguridad, crecimiento y control político. Pero los retos son formidables: una población envejecida, una deflación persistente, tensiones comerciales con EEUU y un sistema financiero sobre endeudado.

El XV Plan Quinquenal es ambicioso: contempla el desarrollo de tecnologías emergentes, la transición energética, la autosuficiencia en innovación, la seguridad alimentaria, y el desarrollo sostenible, mientras intenta no perder su puesto en la carrera por la inteligencia artificial, las energías limpias y las manufacturas avanzadas. Al mismo tiempo, quiere impulsar políticas para mejorar la calidad de vida y reducir desigualdades internas.

Natixis: Europa busca reducir la creciente dependencia de China

En la carrera hacia un escenario de cero emisiones, China está acelerando para convertirse en una potencia de energía eléctrica abundante y económica, mientras que la Unión Europea busca sacar partido a su industria y exportación. Sin embargo, para que Europa pueda avanzar sin ataduras, debe reducir su dependencia de China y apostar por una autonomía estratégica que garantice competitividad y seguridad económica. 

Natixis CIB ha elaborado el informe ‘El renacimiento de la tecnología verde en Europa: aprovechar las oportunidades sin depender excesivamente de China, en el que resalta la creciente dependencia de Europa. Una realidad que ha provocado tensiones geopolíticas y deja expuesto al continente a las vulnerabilidades de la cadena de suministro, como ya se vio durante la crisis energética de 2022. 

A pesar de que China está experimentando un giro estratégico que podría aumentar aún más su ventaja competitiva global, la Unión Europea también tiene motivos para el optimismo. Está construyendo silenciosamente un sólido ecosistema de tecnologías limpias gracias a su importante capacidad de desarrollo, exportación y creación de empleo. 

Además, según Natixis CIB, los objetivos de la UE en materia de reducción de emisiones son más ambiciosos y a corto plazo que los de China, lo que sitúa al continente en una posición favorable para lograr una energía barata y limpia en un plazo relativamente breve.

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