La economía global ha seguido validando, en los meses que llevamos de 2025, la hipótesis planteada por Mapfre Economics a principios de año, una senda de convergencia hacia un desempeño más equilibrado y de aproximación hacia su ritmo potencial. Así, la economía se ha mostrado con la suficiente capacidad y resiliencia para sobreponerse a la elevada incertidumbre. La trayectoria de crecimiento se ha mantenido sólida, superando de nuevo el horizonte de riesgos que amenazaba con una desaceleración más pronunciada, y evidenciando que la flexibilidad y la capacidad de adaptación son dos de los factores que caracterizan al ciclo actual.
La inflación ha continuado encauzada dentro de la hoja de ruta de los principales bancos centrales, tanto en las economías desarrolladas como en la mayoría de los mercados emergentes; progreso positivo, pero que sigue mostrando una transición incompleta. De hecho, una vez establecidas las bases del nuevo marco arancelario global, comienza a hacerse visible que los efectos de las políticas comerciales que emanan de EEUU podrían arrojar un ajuste de precios con amplias divergencias en todo el mundo.
De un lado, el regreso a la meta del 2% parece un escenario factible para la mayoría de las economías desarrolladas; sin embargo, en EEUU esta convergencia se producirá con un cierto retraso, a medida que el ajuste de los aranceles vaya trasladándose al nivel de precios de manera más evidente. En los mercados emergentes, por su parte, también se prevé un panorama de inflación favorable y contenido, pero el proceso parece menos heterogéneo y bien podría ubicarse más cerca del límite superior de los rangos objetivo de los bancos centrales.
Esta dinámica económica e inflacionaria hace que la cautela sea el sesgo dominante, y aunque el ciclo de recortes de tipos interés ha continuado su curso prácticamente en todo el mundo, la dirección y el ritmo de flexibilización puede seguir ofreciendo diferentes interpretaciones respecto a cómo transitar desde la restricción hacia la neutralidad monetaria.
Además, otra de las consecuencias arancelarias es la revelación de un exceso de capacidad de la economía china, cuyo esfuerzo por mantener el dinamismo en sus exportaciones somete al resto del mundo (sin EEUU) a un shock de oferta positivo. Esta dinámica enmascara, a su vez, el riesgo de combinarse con un shock de demanda negativo, a medida que la competencia en precios debilite a las industrias locales y que su transmisión a los mercados laborales deje como incompleto el esperado proceso de recuperación de la demanda interna.
Tras un primer trimestre de acumulación de inventarios y movimientos preventivos por parte del sector privado (positivo para exportadores y negativo para importadores), los datos del segundo trimestre mostraron una cierta reversión a la tendencia previa, pero esta continúa apuntando a una desaceleración cíclica que podría comenzar a verse más claramente en 2026 a medida que se disipa el impulso inercial.
Condicionada por estos factores, la previsión de crecimiento del PIB global se ha revisado al alza para 2025, desde el 2,9% de nuestro informe previo, hasta el 3,1%, mientras que, para 2026, se ha mantenido prácticamente sin cambios, en el entorno del 3%. En cuanto a las perspectivas de inflación, prácticamente no varían, y se sitúan en 3,4% y 3% para 2025 y 2026, respectivamente.
El escenario de base considerado en la previsiones que se presentan en este informe continúa plasmando la idea de central de una desaceleración cíclica y fuerzas inflacionarias más tenues, con un efecto de los aranceles limitado en 2025 y previsiblemente más perceptibles de cara al año próximo.
En cuanto al escenario estresado (de riesgo), continúa con las tensiones geopolíticas como eje central y la confluencia de shocks de oferta y demanda negativos, lo que retraería en torno a un punto de crecimiento económico global y una dinámica de inflación proyectada con efectos asimétricos por regiones dada la naturaleza del shock.
Acompañando a los vientos de cola cíclicos que se evidencian desde el plano macroeconómico, la incertidumbre global ha experimentado un retroceso significativo, gracias a la concatenación de acuerdos comerciales que, aunque exponen un entorno global más riguroso, también permiten establecer un marco más claro y estable, y a los acuerdos alcanzados en Oriente Medio. Por lo tanto, y si bien los riesgos geopolíticos continúan ocupando un lugar central en el mapa de riesgos, la negociación y el establecimiento de acuerdos parecen ser el camino más favorable para resolver las disputas y contribuir a la reducción de riesgos. De hecho, una vez resuelto este conflicto, un posible catalizador al alza que no puede ser completamente descartado emana de la posibilidad de que el clima de mayor estabilidad pueda extenderse a Europa. Sin embargo, las líneas rojas que delimitan el futuro dividendo de la paz necesario para poner fin a ese conflicto continúan, siendo limitadas como para contemplarse dentro del horizonte de previsiones.
Cuatro décimas más para España: 2,9%
En esa línea de optimismo sobre 2025, el Servicio de Estudios de la aseguradora mejora cuatro décimas la previsión del PIB de España para este año, del 2,5% al 2,9%. El crecimiento previsto para 2026 alcanzaría el 1,9%, dos décimas más, y la inflación se situaría en el 2,7% este año y el 1,8% el que viene.
En el caso de EEUU, mejora una décima, hasta el 1,8%, que es también el alza del PIB previsto para 2026, con una inflación del 3% y del 2,6%, respectivamente. La Eurozona también mejora su previsión hasta el 1,3% en 2025, tres décimas más, en tanto que mantiene la de 2026 en el 1,1%. La inflación se situaría en el 2,1% y en el 1,8%, respectivamente.
América Latina experimentará un crecimiento del PIB del 2,1% en 2025 y del 2% en 2026, con una inflación promedio del 8,8% y el 8,1%, mientras que el conjunto de países emergentes registraría un crecimiento de su actividad económica del 3,7% este año y del 3,4% el que viene. La inflación promedio en estos mercados sería del 4,1% y del 3,8%, respectivamente.
El crecimiento estimado en Asia Pacífico sería del 4,7% este año y del 4,3% en 2026. China registraría un crecimiento del 4,6% en 2025 y del 4,2% al año siguiente, mientras que su inflación sería del 0% este año y del 0,8% el que viene.
Buen entorno para el seguro
La actividad aseguradora seguirá apoyada en una dinámica económica que se mantiene resiliente, la mejora de las condiciones de financiación en los principales mercados y un entorno de inflación controlada. De esta forma, el crecimiento económico y los niveles de los tipos de interés seguirán favoreciendo globalmente el desarrollo del sector asegurador, tanto en Vida como en No Vida, manteniéndose buenas perspectivas en cuanto a su rentabilidad.
A pesar de las bajadas graduales de los tipos de interés libres de riesgo de mercado, que siguen afectando en mayor medida a los tramos cortos de las curvas de tipos, unos niveles más estables con pendientes que ofrecen una prima por plazo positiva y niveles que, en general, superan a las expectativas de inflación en esos tramos, seguirán favoreciendo el desarrollo de los seguros de Vida vinculados al ahorro y la inversión, con la ayuda adicional del buen comportamiento de los mercados de renta variable que continúan tocando máximos históricos en los principales índices mundiales.
En Europa, el BCE mantendrá una política monetaria neutral, y la expansión fiscal prevista para los próximos dos años en Alemania puede beneficiar al resto, lo que seguirá dando soporte a la actividad aseguradora.
En los mercados emergentes, el entorno de crecimiento económico sigue dibujando un panorama favorable para la actividad aseguradora, estimulada por los bajos niveles de penetración del seguro. Una aceleración en el crecimiento económico apoyará a sus mercados de seguros que siguen beneficiándose de unos tipos de interés reales positivos, superiores a las previsiones de inflación.
Vida crecerá este año el 6,2% y el 6,5% en 2026. No Vida, el 5,4% y el 5,6%, respectivamente.