16 Oct
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Por su acreditada contribución en favor de la abogacía y una trayectoria profesional tan extensa como influyente, el Colegio de la Abogacía de Madrid (ICAM) ha distinguido como Colegiado de Honor a Antonio Garrigues Walker. En representación de la Junta de Gobierno del ICAM, el diputado José Ramón Couso, argumentaba la decisión: “Hay trayectorias que no solo honran a una persona, sino que ennoblecen a toda una profesión”; “Hay vidas que demuestran que el Derecho no es una ciencia árida, sino una forma de humanismo”, “un hombre integral, señero en abanderar la concordia, la libertad y la justicia allí por donde los vectores de la vida le han ido llevando”, "su nombre ha estado unido a las grandes transformaciones del Derecho contemporáneo y, sobre todo, al Derecho entendido como lenguaje de concordia”.

Figura clave en la consolidación del sistema democrático español, Antonio Garrigues transformó el despacho Garrigues en una de las firmas jurídicas más influyentes de Europa, impulsando el arbitraje, el asesoramiento transnacional y la formación de nuevas generaciones de abogados. Más allá del ámbito estrictamente profesional, ha presidido la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), la Fundación Garrigues o el Capítulo Español del Club de Roma, y ha defendido activamente los derechos humanos, la ética en el desarrollo tecnológico y el acceso a la justicia en contextos de vulnerabilidad. En la actualidad, ocupa también la presidencia honorífica del patronato de la Fundación ICAM Cortina.

El homenajeado comenzó evocando con sentido del humor a Unamuno: “La mayoría de la gente que recibe un reconocimiento suele decir que no lo merece. No es ese mi caso. Creo que me lo merezco. Llevo 66 años en el Colegio”. A los cerca de 300 jóvenes que se incorporaban formalmente a la profesión les recuerda que “la abogacía es una profesión liberal realmente maravillosa”.

“Todavía tenemos que hacer un esfuerzo muy claro para que la gente se dé cuenta de que la abogacía es vital para la sociedad, y que sin la abogacía, la sociedad y la convivencia serían muy difíciles”, subraya.

"Nadie os pide infalibilidad; os pedimos profesionalidad”

La vicedecana del ICAM, Isabel Winkels, también se dirigió a los nuevos abogados: "Desde hoy, cada palabra, cada firma y cada silencio tendrá consecuencias reales en la vida de las personas a las que representéis”, "Nadie os pide infalibilidad; os pedimos profesionalidad”, “La curiosidad no es un adorno: es una brújula. Es la que os permitirá entender mejor a quien tenéis delante, interpretar con mayor precisión una norma, encontrar la solución que nadie ve”, “Detrás de cada expediente hay una persona. Nuestro trabajo no es ganar a toda costa; es hacer justicia defendiendo con lealtad, rigor técnico y humanidad”, "Que os acompañe siempre la disciplina de querer saber un poco más que ayer”.

El ICAM también rinde homenaje a más de 400 profesionales del Derecho con 25, 50 y 60 años de colegiación. Y ha entregado las Medallas de Honor del ICAM a Jesús Mª Sánchez, Yolanda Ibarrola y Manuel Pizarro.

En el acto, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, reconoce al Colegio de Madrid —el más importante de Europa por número de colegiados, 76.000— por contribuir con el ejercicio de su función "a la vertebración del Estado de Derecho”. Y recuerda que fue fundado en 1596 bajo tres principios fundamentales: “el servicio y la lealtad al cliente y a la justicia, la defensa de los pobres —mediante lo que entonces se denominaba el turno de rueda— y el socorro a los compañeros y sus familias”. Unos principios que “siguen enteramente vigentes, 429 años después, y que son la columna vertebral del ejercicio del Derecho y de la capacidad de servir a la sociedad desde la defensa de la justicia”.

El decano del ICAM, Eugenio Ribón, argumenta la Medalla de Honor al decano emérito del Colegio de la Abogacía de Barcelona, Jesús M. Sánchez García: un “referente humano y jurídico”, "nunca buscó protagonismo, pero siempre asumió el deber de servir”.

"Sin la palabra no hay Derecho, ni memoria, ni transmisión del saber. Sin la palabra, no hay promesa, y sin promesa no hay concordia, ni pacto, ni justicia posible”, señala el secretario de la Junta de Gobierno del ICAM, José Ignacio Monedero, sobre la Medalla de Honor a Manuel Pizarro: “En la Administración Pública encarnó el sentido del deber. En la política, el del diálogo y la altura de miras. En el mundo empresarial y financiero, demostró que la prudencia es la forma más sabia de audacia. Y en la Academia de Jurisprudencia y Legislación hizo de la ciencia del Derecho un altar”, “cuando el Derecho se ejerce con honestidad, se convierte en un acto de servicio al bien común”.

Yolanda Ibarrola, diputada autonómica en la Asamblea de Madrid, senadora y presidenta de la Comisión de Justicia de la Cámara Alta, recibe también la Medalla de Honor, según Isabel Winkels, por su contribución a la modernización de la justicia madrileña, su capacidad de Ibarrola para impulsar políticas públicas que reforzaran la seguridad jurídica, garantizaran el acceso efectivo a la Justicia, y dignificaran la función de los operadores jurídicos. Es “un ejemplo de compromiso con la Justicia en todas sus dimensiones, comoabogada, como gestora pública y como responsable política”.

El decano del ICAM clausuraba el acto con una reflexión sobre el verdadero valor del compromiso profesional de la abogacía: “Lo que mantiene en pie a una comunidad no es solo la existencia de normas, sino la voluntad activa de protegerlas”. “Ser abogado no es solo ejercer un oficio: es asumir una responsabilidad pública. Vuestra labor importa. Importa cada cliente atendido, cada derecho defendido, cada paso dado para evitar que un conflicto se convierta en una fractura social”, enfatiza.

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