Miguel Ángel Valero
Gregorio Serrano presentó en la Fundación Pons de Madrid su primera novela, Los crímenes del Alcázar (Ediciones Alfar, 463 páginas), en un acto que tuvo como maestro de ceremonias a otro escritor, Santiago Velázquez. El autor confiesa que esa novela es fruto de un ultimátum de su familia, harta de que tocara la batería en casa. "Llevaba mucho tiempo con las ganas de escribir una novela sobre Sevilla. Y uno de mis sueños era presentarla en los Reales Alcázares", asegura.
Objetivo cumplido: su novela fue presentada en los Reales Alcázares, "un recinto poco conocido, incluso por los propios sevillanos", nada menos que por el alcalde de su ciudad. Porque 'Los crímenes del Alcázar' es, ante todo, un homenaje a Sevilla. Ciudad de la que fue teniente de alcalde de Fiestas Mayores, Economía y Turismo.
En la presentación, el autor no ejerce, como el protagonista de su novela, Pablo Ysern, de sevillano serio que, como las meigas gallegas, haberlos haylos, "abundan más de lo que la gente se cree". Y demuestra, como él mismo se define, que es "un friki de la Historia". Porque en su novela, además de los Reales Alcázares, y la Sevilla de 1918 (cuando se celebra la primera Cabalgata de Reyes Magos, la segunda de España tras la de Alcoy de 1866), aparecen la Primera Guerra Mundial, "tan poco conocida por los españoles", y el papel que juega en ella la Fabrica de Artillería y la Pirotecnia Militar sevillanas pero también la labor solidaria del rey Alfonso XIII (con esposa británica, la reina Victoria Eugenia, pero madre austrohúngara, Cristina de Habsburgo), la mal llamada gripe española (cuando la trajeron desde Kansas los soldados norteamericanos que llegaron a Europa para combatir contra los alemanes), la Policía Científica (creada en 1911), la Exposición Iberoamericana de 1922 (que pasa a ser Latinoamericana en 1929 tras la incorporación de Portugal), y muchos episodios más.
No olvida que fue director general de Tráfico (aunque curiosamente en la solapa del libro no aparece), y la novela quiere ser también un reconocimiento a la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, y a los "sevillanos expatriados en Madrid, mi segunda casa".
La gracia sevillana se muestra cuando revela que todos los personajes ficticios de la novela son sus amigos, aparecen incluso sus hijas. El propio autor figura como comandante naval de Sevilla, con despacho en la Torre del Oro, quizás para compensar su trauma de no haber sido marino. "Tengo amigos y familiares enfadados porque no salen en la novela", confiesa.
"Fue fácil empezar, con la primera Cabalgada de Reyes Magos que se celebró en Sevilla. Hubo mucha labor de hemeroteca. Lo más complicado fue la trama, porque no tenía ni la más remota idea de cómo iba a terminar la novela. Y el final debía ser atractivo, no previsible. Quería un final sorprendente, como el de 'Dime quién soy', de Julia Navarro. Y así pasaron cerca de dos años", cuenta, al tiempo que reconoce la influencia de Agatha Christie, entre otros.
"No es fácil que te publiquen una novela. Hubo editoriales que ni siquiera me contestaron. Tuve mucha suerte con Alfar", subraya. Pero en dos semanas se agotó la primera edición.
Gregorio Serrano sugiere que el último tramo de 'Los crímenes del Alcázar' "puede ser el principio de una segunda parte" y da pistas: "la Sevilla de la Exposición de 1929". Y puestos a pedir, cree que "es una novela susceptible de terminar en película o en serie de TV".
'Los crímenes del Alcázar' comienza el 6 de enero de 1918, en plena Guerra Mundial y epidemia de gripe, cuando Amalia Montes, joven periodista de 'El Liberal' que investigaba precisamente el origen de esa enfermedad, la labor de los espías de ambos bandos en la ciudad, y la especulación inmobiliaria en torno a la Exposición (asuntos de la máxima actualidad ahora, 107 años después), aparece asesinada en el Salón de Tapices de la entonces residencia sevillana de la Familia Real.