21 Dec
21Dec

Miguel Ángel Valero

El 16 de diciembre, Cojebro preparó una jornada verdaderamente especial, pletórica de contradicciones. Uno de esos días que marcan, que interpelan, que hacen reflexionar, donde tiemblan hasta los cimientos del ser humano, que ya no se olvidan. Comienza con un excelente desayuno en La Rollerie de la calle Atocha, en Madrid, muy cerca del Comedor Social Ave María de los Padres Trinitarios. 

Allí, en visible contraste con la bulliciosa, comercial y consumista Puerta del Sol, desde primera hora de la mañana guardan cola decenas de desheredados de la tierra en busca de su primera (y quién sabe si única) comida del día.

Socios, empleados y familiares de la organización empresarial de corredores de seguros; directivos de entidades aseguradoras; representantes de instituciones del sector y de medios de comunicación, entre otros, ayudaron a servir más de 300 desayunos, como ya se ha contado en Dinero Seguro

Es digno de ver cómo todo un exdirector general de Seguros maneja la cafetera y el cepillo de barrer como si no hubiera hecho otra cosa en la vida; la habilidad como friegaplatos de toda una secretaria general de Cojebro, o la implicación solidaria de directivos de aseguradoras con las agendas repletas de compromisos en el momento clave del año, el cierre del ejercicio.

Sorprende la capacidad logística y de organización de los responsables del Comedor Social Ave María, que no son precisamente jóvenes, para afrontar el reto de dar de desayunar todos los días a más de 300 personas. Practican, posiblemente sin saberlo, aquello de "haz el bien, pero hazlo bien", que proclama la Carta a los Colosenses 3,23, atribuida a Pablo de Tarso, y que popularizaron Mary Ward, la fundadora en el siglo XVI del Instituto de la Bienaventurada Virgen María (conocida en España como Madres Irlandesas) y de la Congregación de Jesús, y declarada Venerable el 19 de diciembre de 2009 por Benedicto XVI, y también Leonardo Murialdo, sacerdote italiano fundador de los Josefinos de Murialdo, volcado en la educación de jóvenes en situación vulnerable (su labor es encomiable en una parroquia de San Blas, barrio de Madrid), y canonizado por ello.

Pero entramos en las contradicciones, porque alguna de esas víctimas de una sociedad que no perdona el fracaso, lejos de agradecer el desayuno que le estaban proporcionando 'gratis et amore', protestaba porque el café estaba aguado, o no tenía azúcar, o porque la tortilla estaba fría. Una demostración de que lo que gratis se da, gratis se valora. Pero sobre todo de la capacidad de aguante de los responsables del Comedor Social Ave María.

Cuando una de las promotoras del Comedor Social Ave María quiso darme las gracias por mi anecdótico trabajo allí, la corté de inmediato: "gracias a vosotras por dejarme vivir esta experiencia, por comprobar de cerca cómo está el mundo de verdad, el agradecido soy yo".

De la sociedad que trata de ocultar sus miserias a la de la opulencia, representaba por el Filandón, donde Cojebro celebra este año la tradicional comida de Navidad con los periodistas, pasando por la nueva oficina de la organización, estratégicamente cercana al Ministerio de Economía.

Una instalación funcional, aséptica, diáfana, que refleja el orden existente en Cojebro y que invita a trabajar (al verla, recordé cómo otra organización del sector ubicó su centro de formación en Madrid en lo que fue unos años antes un club de alterne, ironías de la vida). 

En la sede operativa de Cojebro, como antes en el Comedor Social, entraron en acción los reemplazos. Porque si en el sector ha llamado la atención la marcha de cuatro personas prácticamente el mismo año, no menos lo ha hecho la rapidez con que se ha resuelto la situación, como se ha contado también en Dinero Seguro.

Así que esa imagen, ciertamente interesada, de una organización noqueada y prácticamente al borde del shock por la marchas se contradice enfáticamente con la realidad de los hechos. ¿Que los reemplazos lo tienen difícil para superar a sus antecesores? Sí. ¿Imposible? No. Solo fracasa el que no lo intenta.

Además, de las cuatro marchas, uno sigue en Cojebro de consultor externo, de momento. Otra, la sonrisa de la eficiencia, tampoco deja totalmente la organización porque ha sido fichada por una correduría asociada. Así que casi todo queda en casa. En cualquier caso, a todos, los que se fueron, los que se quedaron y los que han llegado, que la vida les lleve donde merezcan estar.

En la comida de Navidad, como en el desayuno previo, en el Comedor Social, y en la oficina de Madrid se percibe que el sentido de pertenencia, algo esencial en ese tipo de organizaciones, sigue alto, a prueba de fugas. Otras asociaciones no pueden decir lo mismo.

Mientras saboreaba la magnífica merluza de pincho a la brasa en el Filandón, me imaginaba a uno de los menesterosos del Comedor Social Ave María protestando porque le faltaba sal o no estaba en su punto.

Porque lo que más llama la atención del ser humano, y de todo lo que organiza, es la contradicción permanente que genera. Que es precisamente lo que nos hace diferentes de otros seres vivos, que somos capaces de vivir y de prosperar en la contradicción más radical.

Feliz Navidad y mis mejores deseos para 2026.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.