Parece cada vez más probable que se produzca algún tipo de reforma del freno de la deuda, o un nuevo instrumento extrapresupuestario para eludirlo, aunque los probables retrasos en su aplicación signifiquen que cualquier impacto no se dejará sentir hasta 2026.
La división del Parlamento hace que sea complicado pensar en una reforma de la Constitución –serían necesarios dos tercios de la cámara– para eliminar el techo de deuda.
El comentario de Merz de que Alemania y Europa necesitan independizarse de EEUU corre el riesgo de poner rumbo de colisión económica con Estados Unidos.
Ofrece un compromiso entre un enfoque conservador/liberal de desregulación y una reducción de impuestos, y otro ecologista/socialista que aboga por un mayor gasto, que, no sería muy eficaz a la hora de llevar a cabo la urgente reforma que necesita el antiguo motor económico de Europa.
El verdadero cambio vendría de la eliminación del techo de gasto, algo para lo que el partido de Gobierno debería reunir dos tercios del Parlamento que, con los resultados que arrojan las encuestas, parece improbable.
Algunos de los desafíos estructurales que enfrenta la economía alemana son posiblemente muy difíciles de abordar y pueden requerir mucho capital político para ser gastados. No es una perspectiva atractiva para el próximo gobierno.
El posible final de la guerra provocada por la invasión rusa de Ucrania también ayuda, ya que la economía alemana ha sido una de las más perjudicadas los últimos años por la falta del gas ruso.
Una reforma del freno de la deuda y la perspectiva de un gobierno más favorable a las empresas podrían dar un nuevo impulso al Dax, en el medio plazo.
"El Gobierno alemán está aprovechando al máximo el escaso margen de maniobra de que le permite el llamado freno de la deuda para inyectar fondos públicos en la economía, pero las medidas son insuficientes para hacer frente al gran y creciente déficit de inversión del país", advierten Eiko Sievert, Julian Zimmermann y Elena Klare, analistas de Scope Ratings.