01 Nov
01Nov

Miguel Ángel Valero

Desde 2020, los mercados han vivido una transformación silenciosa, pero profunda: el retorno masivo del inversor minorista. Millones de personas, impulsadas por el confinamiento, la liquidez infinita y la facilidad para operar desde el móvil, redescubrieron la Bolsa. Desde entonces, lo que comenzó como un fenómeno coyuntural se ha convertido en una fuerza estructural.

Hoy, cerca del 50% del volumen total de operaciones en EEUU se ejecuta fuera de los mercados tradicionales, a través de plataformas y “dark pools” donde predomina la actividad minorista. Es un cambio histórico: nunca antes el inversor particular había tenido tanto peso en la dinámica del mercado. 

Pero junto con esa democratización, ha llegado un patrón preocupante: el aumento del apalancamiento y la especulación extrema. El uso de opciones de vencimiento en el mismo día (las llamadas zero-day options) se ha disparado, convirtiéndose en el vehículo favorito de quienes buscan beneficios inmediatos. Al mismo tiempo, el auge de los ETF apalancados, incluso sobre acciones individuales, muestra que el apetito por el riesgo se ha multiplicado. 

No es casualidad: los proveedores de estos productos están respondiendo a una demanda que viene, principalmente, de los pequeños inversores. Los datos de “crédito con margen” (el dinero prestado por los brókers para comprar acciones) confirman la tendencia. Ajustada al tamaño de la economía o a la oferta monetaria (M2), esta deuda se encuentra de nuevo en niveles de advertencia, cercanos a los máximos de 2021. Históricamente, cuando la euforia apalancada alcanza estos extremos, el mercado se encuentra en las fases finales del ciclo alcista.

"Todo esto refleja un fenómeno más profundo: la búsqueda desesperada de rentabilidad en un mundo donde muchos sienten que llegan tarde. La promesa de enriquecerse rápido, las historias virales de éxito en redes sociales y la sensación de urgencia (“ganar antes de que la IA lo cambie todo”) alimentan una dinámica emocional que siempre ha acompañado a los grandes techos de mercado", advierte el analista Pablo Gil en The Trader.

Como decía Mark Twain, “La historia no se repite, pero rima”. Y esta vez, la rima suena familiar: exceso de confianza, apalancamiento creciente y una fe ciega en que esta vez es diferente. En el fondo, la expansión del inversor minorista es una gran noticia para la inclusión financiera. Pero también es un recordatorio de que, como en un coche deportivo, el apalancamiento acelera el destino: hacia arriba o hacia abajo. Y, si el conductor no sabe manejarlo, el accidente llega antes. La pregunta ahora es si estamos viendo una nueva normalidad o simplemente la antesala de otro ajuste. El tiempo (y el mercado) nos darán la respuesta… como hacen siempre.

La Generación Z busca la independencia mediante el dividendo

Dentro de la inversión minorista, en EEUU se está consolidando una tendencia curiosa, especialmente entre los más jóvenes: la generación Z busca su independencia financiera a través de los dividendos, no de un empleo tradicional.

Los datos muestran que los ETF orientados a dividendos han captado miles de millones en entradas netas durante 2025, convirtiéndose en una de las estrategias favoritas para quienes aspiran a generar ingresos pasivos. El sector ya mueve unos 750.000 millones$ en activos bajo gestión, y los fondos que ofrecen rentabilidades más agresivas (algunas por encima del 8%) se han multiplicado por cuatro en apenas tres años.

Entre las causas por las que ocurre esto están: 

  • La búsqueda de libertad laboral: muchos jóvenes no quieren depender de una nómina mensual.
  • Interés por ingresos pasivos: la comunidad online en torno a los dividendos ha crecido de forma explosiva.
  • Desconfianza en el empleo tradicional: largas jornadas, salarios ajustados y pocas perspectivas de estabilidad empujan a buscar alternativas.

Sin embargo, hay riesgo detrás del espejismo, ya que los dividendos no son “dinero gratis”: cuando una empresa reparte, su acción descuenta ese valor. Además, muchos ETF que prometen rentabilidades elevadas lo logran con estrategias complejas y derivados, lo que aumenta el riesgo. El profesor Samuel Hartzmark lo llama la “falacia de los dividendos gratis”.

Lección para inversores:

  • Generar ingresos vía dividendos es una estrategia legítima y puede ser muy valiosa en el largo plazo.
  • Requiere capital inicial, disciplina y diversificación.
  • No sustituye de inmediato a un salario: más que un atajo, es una vía de acumulación patrimonial progresiva.

En definitiva, esta tendencia refleja un cambio cultural: los jóvenes con educación financiera ya no buscan solo un empleo seguro, sino construir activos que trabajen por ellos y para ellos como para el resto de los inversores, la lección es clara: los dividendos siguen siendo un pilar de la estrategia a largo plazo, siempre que se gestionen con realismo y entendiendo sus riesgos.

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