Miguel Ángel Valero
El 30 de septiembre, casi un mes antes de las elecciones de mitad de mandato en Argentina (26 de octubre), Alexis Roach, analista de mercados emergentes en Payden & Rygel, señalaba que el apoyo de EEUU, respaldado por las contundentes declaraciones tanto del secretario del Tesoro Bessent, como del propio Donald Trump, representa un avance muy positivo.
Aunque aún quedan por aclarar los plazos y el alcance de la intervención estadounidense, el compromiso de Washington con Argentina ofrece al Gobierno de Milei un respaldo para afrontar las elecciones con un menor riesgo de nuevas turbulencias en los mercados financieros.
Para las elecciones de mitad de mandato, los inversores esperan la victoria del partido de Milei a escala nacional. Sin embargo, a la luz de las perspectivas electorales menos favorables para el actual presidente —tras las elecciones de septiembre en la provincia de Buenos Aires— y teniendo en cuenta que la presión sobre la liquidez se ha atenuado gracias al apoyo estadounidense, "no parece necesario un triunfo aplastante para garantizar la gobernabilidad del país: bastaría con un resultado equilibrado, en el que el partido presidencial supere a los peronistas".
El apoyo financiero de Estados Unidos, aunque importante, no basta para definir un marco de inversión creíble a medio plazo. Tras las elecciones, la atención del mercado se centrará en la capacidad del Gobierno para alcanzar acuerdos con las fuerzas centristas con el fin de asegurarse la mayoría parlamentaria, así como en la estrategia para recuperar el acceso a los mercados. También será crucial una revisión del marco monetario que permita al Banco Central (BCRA) acumular reservas de forma más agresiva y adoptar una mayor flexibilidad en el tipo de cambio.
Por su parte, el analista Pablo Gil en The Trader es contundente: "Milei arrasa y los mercados respiran". La victoria de Javier Milei en las elecciones legislativas argentinas ha superado todas las expectativas. Con el 41% de los votos y un importante avance en el Congreso (101 diputados y 20 senadores) el presidente consigue algo más que un bloque reforzado: una dosis de credibilidad ante los mercados y la comunidad internacional.
Durante meses, los inversores habían dudado de su capacidad para gobernar con eficacia, temiendo que su programa de reformas quedara bloqueado por la oposición. Pero el resultado del domingo 26 de octubre despeja, al menos en parte, esas dudas. Su partido, La Libertad Avanza, logró imponerse incluso en la provincia de Buenos Aires, bastión histórico del peronismo. Un cambio simbólico y político de enorme calado. Y su impacto fue inmediato.
Antes de la apertura oficial, el peso argentino ya se apreciaba en los mercados cripto, alrededor de un 5% frente al dólar. Los bonos soberanos en dólares (que habían sufrido fuertes caídas tras los comicios locales de septiembre) anticiparon una recuperación significativa, liderada por las emisiones a 2035, que habían llegado a rendir más del 17%. En las primeras horas del lunes 27 de octubre, las acciones argentinas se dispararon más de un 20% y los bonos en dólares subieron hasta 14 centavos, el mayor avance diario de su historia.
Sin embargo, la reacción del peso fue mucho más contenida. Tras un salto inicial, la divisa retrocedió y cerró apenas un 4% arriba, en niveles similares a los de dos semanas atrás. Esa moderación refleja las dudas del mercado sobre la sostenibilidad del actual régimen cambiario: un sistema de banda que el gobierno ha defendido agresivamente en los últimos meses para contener la inflación. Si bien esta política ayudó a frenar la escalada de precios, lo hizo a un coste elevado: agotando reservas internacionales y tensionando el crédito doméstico.
Los analistas creen que Milei podría verse obligado a ensanchar la banda o dejar flotar el tipo de cambio, como ocurre en la mayoría de los países, si quiere evitar que las presiones reaparezcan. Por ahora, el presidente ha descartado cambios inmediatos, confiando en que la reciente recuperación del peso y el respaldo financiero de 20.000 millones de dólares de la administración Trump le otorguen margen para estabilizar la situación.
El mercado, no obstante, percibe el tipo de cambio oficial como artificialmente alto, y muchos argentinos siguen dolarizando sus ahorros ante la expectativa de una eventual devaluación. Algunos inversores consideran que el gobierno podría liberar el peso desde una posición de fortaleza, aprovechando la euforia electoral, y que la alta dolarización interna mitigaría el impacto de un ajuste.
La actual banda del peso, establecida en abril como parte del acuerdo con el FMI, permite solo una depreciación gradual que no refleja aún la magnitud de la inflación. Mantenerla exige vender reservas y absorber liquidez, elevando las tasas de interés locales. Mientras tanto, los bonos y las acciones celebran la victoria, pero los operadores son conscientes de que el entusiasmo puede enfriarse si no llegan señales claras sobre el rumbo cambiario.
El vínculo con EEUU se refuerza tras el voto. Washington interpreta el resultado como una ratificación de su apuesta, tras haber condicionado su apoyo financiero (un swap de 20.000 millones con el Banco Central argentino y otra línea equivalente con bancos privados) a que Milei consolidara el control político. La estabilidad política que Milei ha logrado será clave para mantener a raya la inflación, sostener el peso y avanzar en las reformas estructurales prometidas: desregulación, reforma fiscal, laboral y del sistema de pensiones. Pero el desafío sigue siendo monumental. Gobernará un país exhausto, con una pobreza oficial cercana al 31,6%, un desempleo superior al 7% y una inflación interanual todavía en torno al 32%.
El mercado celebra el resultado, pero sabe que la confianza se gana con hechos. Los próximos meses serán decisivos: si Milei logra consolidar el apoyo legislativo y mantener el respaldo de EE. UU. y del FMI, Argentina podría iniciar una nueva etapa de estabilidad. La pregunta ahora no es si los inversores confían en Milei, sino si podrá transformar ese voto de confianza en resultados concretos y duraderos. Si no lo consigue, la euforia actual será tan efímera como las muchas esperanzas frustradas que ya conoce su historia.