OBS Business School, institución perteneciente a Planeta Formación y Universidades, publica el Informe sobre Desarrollo Social y Perspectivas Globales, dirigido por la profesora Rut Abad, antropóloga social y cultural. Se trata de un análisis del desarrollo social en el mundo desde la Cumbre de Copenhague de 1995, momento histórico en la gobernanza global, hasta la Cumbre de Qatar que se celebrará en noviembre.
Durante las tres últimas décadas el mundo ha enfrentado transformaciones estructurales y coyunturales profundas. La globalización ha intensificado las interdependencias económicas y establecido una nueva lógica geopolítica que distingue entre los denominados países del Primer Mundo o Norte Global y los mal llamados del Tercer Mundo o en vías dedesarrollo. En definitiva, un modelo en el que los países del Sur Global están endeudados conentidades suprafinancieras como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
La crisis de 2008 mostró la fragilidad de este sistema para una gran parte de la población, que se encuentra atrapada en la dicotomía entre “bienes de mercado” y “derechos humanos”. Más tarde, el Covid-19 se convirtió en un reto para la buena gobernanza, las relaciones internacionales y, en definitiva, la geopolítica mundial.
La OMS reveló que la pandemia había invertido la tendencia de aumento constante de la esperanza de vida al nacer y la esperanza de vida sana (EVAS) al nacer, y puso de manifiesto la fragilidad del progreso, la necesidad de fortalecer la seguridad sanitaria mundial, así como de proteger a largo plazo las inversiones en salud y promover la equidad sanitaria dentro y entre los países. En definitiva, dejó aldescubierto desigualdades estructurales y cuestionó los sistemas de protección social de los Estados.
A ello se suma que la revolución digital y tecnológica ha transformado radicalmente las dinámicas sociales, económicas, culturales y políticas. Ha cambiado la manera de socializar de nuestra especie, la generación de vínculos y la relación con el medio ambiente.
Pero la democratización del acceso a internet, que pasó de ser un lujo en la década de 1990 a un derecho esencial en la actualidad, todavía no es completa, sobre todo entre colectivos especialmente vulnerables. Por su parte, la incorporación de la inteligencia artificial (IA) ha transformado los procesos de investigación, innovación, sostenibilidad y desarrollo social, así como la cotidianidad de los itinerarios vitales de la ciudadanía.
“Ello establece nuevos debates éticos, epistemológicos y metodológicos que deben tenerse en cuenta”, advierte el informe de OBS. Y preguntarse qué posibilidades ofrece la IA para el desarrollo social y sostenible de las personas a partir de sus propias decisiones.
La Segunda Cumbre de Desarrollo Social se va a celebrar entre la polarización política, los conflictos armamentísticos internacionales y la ofensiva de Israel en Gaza. En un mundo de contrastes con avances significativos en educación, salud, reducción de la pobreza y expansión de derechos, pero también donde se mantienen las desigualdades, los conflictos armados, la preocupación por el cambio climático y la inestabilidad económica, todos ellos obstáculos para el progreso de la especie humana.
Progreso y desarrollo no son sinónimos
¿Son lo mismo “progreso” y “desarrollo”? Ambos términos se asocian con “mejora, avance ycrecimiento”. Sin embargo, no son sinónimos. La identificación del término “desarrollo” con “crecimiento económico” ha conllevado un reduccionismo de la realidad social y requiere una mirada que incorpore más dimensiones: la perspectiva de género, el índice de pobreza multidimensional (IPM) y la importancia del bienestar subjetivo, entre otros.
“Como sociedad, y como especie que habita el planeta junto a otros seres vivos, necesitamos conocer qué es el desarrollo, quiénes participan en su definición, qué tipo de desarrollo necesita la humanidad y el planeta, quiénes deben encargarse de impulsarlo y quiénes se benefician económicamente de él. En definitiva, tomar una fotografía situada de la humanidad para obtener un diagnóstico multidimensional e integral y así poder diseñar un plan de acción”, asegura la profesora Rut Abad.
En la Cumbre de Copenhague se afirmó que las transformaciones globales de la economía mundial estaban modificando profundamente los parámetros del desarrollo social en todos los países. El desafío clave era establecer un marco de desarrollo centrado en los seres humanos y, para ello, la dignidad humana, los derechos humanos, la igualdad, el respeto, la paz, la democracia, la cooperación y la plena participación se establecieron como los componentes principales para vehicular un progreso social que mejorase la condición humana.
Sin embargo, el acceso a los derechos universales sigue siendo desigual pues aunque más países han ratificado convenios internacionales, en la práctica millones de personas carecen de acceso efectivo a vivienda, trabajo digno o justicia; la educación primaria ha alcanzado niveles cercanos a la universalidad en varias regiones, pero persisten brechas en educación secundariay superior, especialmente entre niñas y jóvenes en países de ingresos bajos; en sanidad, los avances en vacunación y lucha contra enfermedades como el VIH contrastan con la desigual respuesta frente a la pandemia de COVID-19; y en las relaciones geopolíticas se combina la cooperación internacional con tensiones crecientes.
La cooperación al desarrollo se enfrenta a retrocesos, pero sigue siendo clave en regiones vulnerables. También se han fortalecido movimientos sociales por la igualdad de género, los derechos LGTBIQ+ y las minorías étnicas,sin embargo, la participación política enfrenta una crisis de legitimidad y confianza en lasinstituciones democráticas.
En cuanto al ámbito de la sostenibilidad climática, los compromisos del Acuerdo de París son insuficientes para limitar el aumento de la temperatura en 1,5°C y, por tanto, se requieren acciones urgentes en mitigación y adaptación.
El desarrollo social implica no solo el crecimiento económico, sino la mejora integral de las condiciones de vida, la cohesión social y la justicia distributiva. El desafío de los Estados consiste en comprender que el desarrollo sostenible se logra en comunidad, en interdependencia, y ello debe materializarse en la asunción de compromisos en esta Segunda Cumbre de Desarrollo Social, en desplegar un plan de acción para los próximos años que se asiente en la Carta Internacional de los Derechos Humanos y en los tratados que le dieron forma: el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. "El bienestar de la humanidad está en jaque", alerta el informe de OBS.