El actual sistema de pensiones europeo, basado en el modelo de reparto, debería reforzarse con un sistema de capitalización que, además, podría contribuir a fomentar la cultura financiera entre la población y a respaldar la economía europea.
En Alemania, cualquiera que hubiera invertido la misma cantidad en el DAX cada año durante los últimos 40 años —desde 1983— habría obtenido una rentabilidad media sobre el conjunto de las aportaciones superior al 8%.
Aunque la población mundial siga creciendo durante algunos años más, este crecimiento se concentrará en apenas una veintena de países. En la mayoría de las regiones, incluida Europa y especialmente Alemania, la población está cayendo. Uno de los problemas asociados a esta disminución de la población es la presión que ejerce sobre los sistemas de pensiones.
La tasa de natalidad es solo uno de los múltiples factores que influyen en la viabilidad de los sistemas de pensiones. El sistema de reparto afronta un problema estructural: cada cotizante debe sostener a un número creciente de pensionistas. Más allá del repunte demográfico, existen distintas vías para aliviar esta presión, como aumentar la tasa de empleo o elevar la edad de jubilación, moderar las prestaciones, permitir una mayor inmigración o mejorar la productividad económica. Es probable que sea necesario accionar las cuatro palancas. Además, "consideramos imprescindible complementar el sistema actual con un modelo de pensiones basado en el ahorro y la inversión", señala un análisis de DWS.
Los retos que implica una transición completa desde un sistema de reparto hacia uno de capitalización son bien conocidos y deben tomarse en serio. Un cambio de este calibre solo puede llevarse a cabo de forma gradual. En el escenario más extremo, una misma generación podría verse obligada a sostener simultáneamente ambos sistemas: financiando a los pensionistas actuales mediante el modelo de reparto y aportando, al mismo tiempo, para sus propias pensiones a través del sistema de capitalización.
Sin embargo, el mantenimiento del status quo no es una opción, como demuestra la evolución de este indicador en Alemania: en 1962 había seis cotizantes por cada pensionista; hoy, la cifra apenas supera los dos. Para 2030, la ratio podría deteriorarse aún más, hasta situarse en torno a 1,5.
"Consideramos que los incentivos públicos al ahorro privado para la jubilación mediante la inversión en acciones deberían ampliarse de forma significativa", insisten en DWS. Además de reforzar la seguridad de las pensiones, esta medida podría generar otros efectos positivos adicionales:
Martin Moryson, responsable de Economía de DWS, afirma: “Los alemanes ahorran más que suficiente, aunque en su mayoría no de la manera más adecuada. Casi un 40% de su dinero permanece inmovilizado en cuentas de ahorro con bajos tipos de interés. Esto resulta lamentable, tanto a nivel individual como para la sociedad en su conjunto. Un sistema de pensiones parcialmente basado en la capitalización podría acelerar la transición hacia un ahorro más orientado a la rentabilidad, lo que no solo mejoraría los resultados de inversión individuales, sino que también podría impulsar el crecimiento económico a largo plazo”.
En Alemania, cualquiera que hubiera invertido la misma cantidad en el DAX cada año durante los últimos 40 años —desde 1983— habría obtenido una rentabilidad media sobre el conjunto de las aportaciones superior al 8%. En comparación, las cuentas de ahorro bancarias apenas habrían ofrecido un par de puntos anuales. Por supuesto, los rendimientos del mercado en renta variable conllevan una volatilidad significativamente mayor. Éste es un aspecto con el que los ahorradores europeos (y especialmente los alemanes) deberían familiarizarse en mayor medida.