Miguel Ángel Valero
La industria farmacéutica se ha convertido en uno de los principales objetivos arancelarios de EEUU. El 26 de septiembre, el Gobierno norteamericano anunció aranceles del 100% a todos los medicamentos de marca o patentados importados a EEUU. Aunque aún no se conoce la fecha exacta en la que entrará en vigor, las empresas están rediseñando sus estrategias operativas, comerciales e inversión.
Según un informe difundido por Crédito y Caución, se trata de una gran amenaza para las empresas europeas, que se enfrentan a desventajas competitivas por su entorno regulatorio y de financiación menos ágil. A pesar de contar con instalaciones de fabricación bien establecidas, cadenas de suministro seguras y altos estándares de producción, la Unión Europea corre el peligro de quedarse atrás en la carrera por la innovación, principalmente, por la lentitud en el desarrollo de ensayos clínicos.
Además, el impacto de los aranceles en sus finanzas podría ser muy elevado. Así, una tasa del 15% supondría un coste adicional estimado de 18.000 millones€.
Tanto la magnitud de los aranceles como la incertidumbre en torno a su aplicación está desestabilizando el sector, a nivel global. Muchas compañías han decidido congelar las inversiones, así como las actividades de I+D. Además, planean la deslocalización de sus fábricas para mitigar riesgos y costes. En este contexto, EEUU y Asia emergen como destinos preferentes.
El sector de dispositivos médicos de China, altamente dependiente del mercado estadounidense, es el más afectado por los aranceles estadounidenses, provocando un aumento del riesgo crediticio. Más de 300 empresas han comenzado a trasladar su producción a terceros países, como Vietnam, para mitigar el impacto de las tarifas arancelarias.
El mercado norteamericano supone más de la mitad de la industria farmacéutica global. La imposición de aranceles más severos afectaría no solo a los márgenes de beneficio, sino también a la disponibilidad de medicamentos y a la eficiencia operativa. Además, la exigencia de aplicar precios de “nación más favorecida” añade presión a las empresas que se ven obligadas a ajustar sus precios en EEUU, frente a al que aplican en otros países desarrollados.
No obstante, el mercado estadounidense también sufrirá el efecto negativo de los aranceles ya que los productores farmacéuticos tendrán que hacer frente a mayores costes operativos, afectando a todos los ámbitos del sector. Las organizaciones de investigación, proveedores de equipos y las organizaciones de desarrollo y fabricación por contrato, también se podrían ven afectadas.
Las consecuencias derivadas de la imposición de aranceles del 100% a la industria farmacéutica supone, en definitiva, un mayor riesgo crediticio para el sector.