15Dec

“España debe responder con estrategia, no con resignación. Es necesario proteger a corto plazo a los sectores más expuestos, pero también convertir este nuevo contexto en una oportunidad para ganar presencia internacional con productos de mayor innovación y valor añadido”, subraya el Club de Exportadores.

Miguel Ángel Valero

La inflación y los costes emergen como nuevos desafíos para las empresas españolas. En un momento marcado por la nueva escalada del Índice de Precios al Consumidor (IPC) el 56% de las empresas reconoce durante el tercer trimestre que va a subir los precios  de sus productos durante 2026, como reacción al encarecimiento registrado en bienes como la energía y las materias primas, y también a los aranceles.

Así lo acredita la última edición -referente al tercer trimestre de 2025- del International Business Report (IBR), el informe elaborado por Grant Thornton a partir de una encuesta que analiza las expectativas y preocupaciones de las empresas del middle-market (en España, entre 50 y 3.000 empleados), a escala global y nacional. 

En esta edición, las expectativas de subir precios por parte de las empresas medianas han alcanzado el máximo histórico de la serie. Entre el segundo y el tercer trimestre, las expectativas de subir precios han crecido 7 puntos en España, que además refleja una tasa más elevada en este indicador que el dato de la Unión Europea (50%) y el global (53%).  

El dato refleja la tendencia que mantiene la inflación en España. En noviembre, el IPC alcanzó el 3% en España, según los datos adelantados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). En el conjunto de la Eurozona, este indicador se situó 8 décimas por debajo, en el 2,2%. 

De igual forma, crece la inquietud por el encarecimiento de las materias primas (49%, nueve puntos más que en el segundo trimestre) y los costes de envío de mercancías (43%, cuatro puntos más). Unos niveles por encima de la media europea (43% y 39%, respectivamente). 

Repercusión de los aranceles sobre la internacionalización 

Más allá de la subida de los costes y la presión sobre los márgenes empresariales, la última edición del IBR refleja una desconexión entre el boyante crecimiento macroeconómico y las perspectivas empresariales en España. El porcentaje de directivos que considera que la economía mejorará en el próximo año se sitúa en el 59%, mínimos desde 2023. En el último año, el optimismo empresarial se ha desplomado diez puntos. Mientras tanto, en Europa se estabiliza, y marca máximos históricos a nivel global (75,7%); motivado por el resultado final de la guerra comercial, que no ha sido tan crítica como parecía en un primer momento.

En este contexto, las empresas señalan como palancas críticas la estabilidad regulatoria y la calidad institucional. La percepción de la regulación y la burocracia como barrera al crecimiento aumenta hasta el 47,8%, a la par que ganan peso la incertidumbre económica (54%) y las perturbaciones geopolíticas (49%). El 42% de los empresarios reclama una mayor simplificación administrativa y burocrática. De manera similar, ven relevante la reducción de carga fiscal a las empresas (40,4%), el impulso de la formación profesional y reciclaje (40%), un paquete de apoyo a sectores afectados por la guerra arancelaria (40%) y una bajada en las cotizaciones sociales (35,3%).

A nivel exterior, la guerra arancelaria está empezando a tener repercusión real sobre la internacionalización de las empresas españolas. El déficit comercial de España con Estados Unidos se situó en los nueve primeros meses del año en 10.785,6 millones€, cifra un 38,7% superior al saldo negativo de 7.772,4 millones de euros del mismo periodo de 2024.

Las exportaciones cayeron un 30% en agosto y un 7,4% hasta septiembre. Es cierto que España ha elevado a doble dígito sus exportaciones a Hong-Kong, Vietnam y Emiratos Árabes, pero estas cifras no cubren por el momento la caída de exportaciones hacia Estados Unidos recogida en los últimos meses. 

Aumento de los salarios, pero falta mano de obra

El middle‑market mantiene, eso sí, su apuesta por el empleo. La expectativa de aumentar plantilla mejora hasta el 48%. Tras dos trimestres consecutivos a la baja, el porcentaje de empresas que prevé un incremento real (por encima de la inflación) de los salarios vuelve a crecer. Según un informe publicado recientemente por Randstad, los salarios repuntarán un 5% en 2026 debido a la falta de mano de obra y la inflación.  En este sentido, la última edición del IBR demuestra que el porcentaje de empresas preocupadas por la falta de mano de obra también crece hasta el 46%. 

La estimación de rentabilidad repunta tres puntos frente al trimestre previo (del 50,9% al 53,7%). Eso sí, continúa por debajo del mismo periodo de 2024 y de la media global. En cuanto a facturación, el porcentaje de compañías que espera crecer en los próximos 12 meses se mantiene en niveles similares al trimestre anterior (57,2%), pero con una tendencia a la baja desde mediados de 2024.
Implantación de la Inteligencia Artificial 

Pese a la inestabilidad, las empresas del middle-market mantienen una apuesta estratégica por la sostenibilidad, la innovación y la digitalización. El 60% de las compañías encuestadas mantienen su intención de llevar a cabo inversiones en digitalización, y el 44,4% en ciberseguridad. 

La implantación de la Inteligencia Artificial avanza con rapidez, y el 38% de las empresas españolas reconoce utilizar la IA en su operativa diaria y otro 47% asegura que la usa pero su uso todavía no está muy extendido.

“Estamos viviendo un momento determinante en España, porque las amenazas son cada vez más crecientes y las empresas necesitan adaptar sus sistemas ante el nuevo entorno”, Cristina Muñoz-Aycuens, explica la socia de Ciberseguridad de Grant Thornton.

Además de ello, otras apuestas de inversión siguen siendo la marca, la sostenibilidad y los espacios de trabajo. Este último indicador crece seis puntos respecto al trimestre anterior, lo que consolida la tendencia de un teletrabajo limitado entre las empresas del middle-market. 

El Club de Exportadores exige ayudas para los afectados por el acuerdo EEUU-UE

Por su parte, el Club de Exportadores e Inversores Españoles ha publicado una Nota Técnica, elaborada por Rafael Pampillón, catedrático de la Universidad CEU San Pablo y de IE University, en la que se analizan las consecuencias del acuerdo comercial alcanzado en julio entre EEUU y la UE. La Nota destaca que el pacto ha devuelto estabilidad a las relaciones transatlánticas tras meses de tensiones arancelarias, aunque a un precio significativo para la competitividad de las exportaciones europeas.

Según el análisis, Estados Unidos impone hasta un 15% de arancel a los bienes procedentes de la UE, muy por encima del 4,5 % previo, mientras que Bruselas mantiene en el 0% los aranceles a los productos industriales estadounidenses. “Europa ha comprado estabilidad a cambio de aceptar un trato asimétrico”, afirma Pampillón, quien subraya que el acuerdo “rompe con el principio tradicional de reciprocidad y refuerza la dependencia europea de EEUU en energía, tecnología y seguridad”.

Esta asimetría, explica el experto, permite evitar una guerra comercial y desactiva la amenaza de aranceles extremos —como el 30% general que llegó a plantearse—, lo que proporciona previsibilidad para las empresas europeas. “Aunque un arancel del 15 % perjudica la competitividad, sigue siendo manejable y permite mantener la presencia en el mercado estadounidense”, apunta. 

La Nota Técnica señala que el impacto global para España será moderado, ya que solo alrededor del 5% de las exportaciones españolas de bienes se dirigen a EEUU, una de las proporciones más bajas entre los países europeos. España mantiene, además, una estructura comercial particular con EEUU: suele registrar déficit en mercancías, pero superávit en servicios, especialmente gracias al turismo. “A los servicios no se les pueden poner aranceles”, recuerda Pampillón, por lo que esta fuente de ingresos seguirá actuando como amortiguador del impacto negativo. No obstante, el acuerdo sí genera focos de riesgo en sectores clave, entre otros:

  • Automóvil: El arancel medio pasa del 5 % al 15 %, lo que afecta directamente a la competitividad del sector automoción y componentes.
  • Aceite de oliva: El sector evita el escenario extremo del 30 %, pero el nuevo marco mantiene incertidumbre.
  • Vino: La Federación Española del Vino advierte de un posible desplazamiento de productos europeos en favor de competidores con menor carga arancelaria.

“El nuevo marco comercial introduce desafíos en sectores donde España compite directamente con países que mantienen aranceles más bajos, como Marruecos o Turquía”, subraya Pampillón. Además, el compromiso europeo de aumentar las compras de gas y petróleo estadounidenses podría mantener los precios energéticos elevados, añadiendo presión a la inflación en las economías europeas. 

La Nota Técnica propone varias líneas estratégicas para afrontar la nueva situación. En primer lugar, destaca la necesidad de diversificar mercados y alianzas comerciales, impulsando la apertura de nuevos destinos de exportación —como Mercosur o países asiáticos como India e Indonesia— y reforzando los acuerdos ya existentes con México, Canadá, Japón o Corea. 

También subraya la importancia de ofrecer apoyo a los sectores más afectados, como el agroalimentario, el automóvil o el químico, que podrían requerir medidas de acompañamiento. 

Insiste en que la mejora de la competitividad será clave: la innovación, la calidad y la diferenciación resultan esenciales para que los consumidores estadounidenses sigan eligiendo productos españoles pese al incremento de costes. 

El análisis señala que la eliminación de aranceles europeos a los bienes industriales estadounidenses abre la puerta a aprovechar nuevas oportunidades, permitiendo importar maquinaria, equipos y piezas a precios más competitivos y ofreciendo margen para renegociar contratos o diversificar proveedores. “España debe responder con estrategia, no con resignación”, concluye Pampillón. “Es necesario proteger a corto plazo a los sectores más expuestos, pero también convertir este nuevo contexto en una oportunidad para ganar presencia internacional con productos de mayor innovación y valor añadido”. 

Constructoras: el 42%, en riesgo elevado de impago

De acuerdo con los datos que ofrece Insight View, de Iberinform, el 42% de las constructoras dedicadas a la edificación residencial y no residencial se encuentra en un nivel máximo o elevado de impago, lo que supone un ligero empeoramiento con respecto a los niveles de 2024. El desempeño del sector está marcado por la falta de mano de obra cualificada, las dificultades de acceso a la financiación, la pérdida de dinamismo de los visados de obra nueva y el impacto de las variaciones de precio de los materiales de construcción en los márgenes comerciales.

El sector muestra una fuerte atomización, con un 97% del tejido compuesto por micro y pequeñas empresas. Las grandes empresas apenas representan el 0,3% del total. De acuerdo con los datos que ofrece Insight View, las constructoras de edificios residenciales y no residenciales se concentran en las provincias de Madrid (16%), Barcelona (11%), Baleares (7%), Alicante (6%), Valencia (6%), Málaga (4%) y Sevilla (3%). De las primeras provincias del sector por tamaño, Baleares presenta el mayor deterioro del riesgo de crédito: el 61% de las constructoras de edificios del archipiélago (tres puntos más que hace un año) se encuentra en un nivel máximo o elevado de impago. Le siguen Málaga (56%) y Madrid (47%). Los menores ratios se registran en Murcia (36%), Alicante y Sevilla  (38%) y Barcelona (40%).

El 54% de las empresas del sector cuenta con menos de 10 años. La antigüedad es un factor relevante en el riesgo de crédito: entre las empresas que se encuentran en su primera década, el 51% se encuentra en un nivel máximo o elevado de impago. Este porcentaje cae sensiblemente, hasta el 31%, entre las empresas entre los 11 y los 25 años y al 32% entre las de más de 25.

Acero: los aranceles de EEUU redirigen exportaciones hacia la UE

Por otra parte, un informe elaborado por Iñaki Ballesteros, coordinador de Analistas Zona Norte de Solunion España, recuerda que en 2013 la Comisión Europea presentó un plan de acción para una industria del acero competitiva y sostenible. El sector se encontraba entonces en una situación muy difícil, agravada por la crisis económica. La UE era el segundo mayor productor de acero del mundo, con una cuota global del 11% en un mercado ya globalizado, donde la débil demanda y la sobrecapacidad se convertían en el principal reto de la industria, al tiempo que se enfrentaba a unos precios de la energía elevados y a la necesidad de invertir para ajustarse a las exigencias de la economía verde. Doce años más tarde, estos retos, lejos de controlarse, se han agravado, en perjuicio de los mercados más maduros: UE, Norte América y Japón.

India ha adelantado a la UE como segundo productor mundial, y la sobrecapacidad global está ejerciendo una presión enorme sobre las importaciones, tanto en términos de precios como de volúmenes. Desde 2014, las importaciones han aumentado alrededor de un 70%. Durante los últimos años, China ha sido el principal actor internacional, inundando los mercados y exportando deflación ante la desaceleración de su mercado doméstico, con una demanda incapaz de absorber la producción interna que, a su vez, está subsidiada por el Estado. 

Como consecuencia de ello, la industria siderúrgica de la UE ha perdido una capacidad de más de 30 millones de toneladas (-15%). La tasa de utilización de la capacidad está en torno al 67 % en 2024, cuando se considera necesario un 80% para mantener unos niveles de rentabilidad razonables. 

Además, la introducción en junio de 2025, por parte de EEUU, de un arancel del 50% a las importaciones de acero y aluminio no solo está afectando negativamente a los productores europeos al limitar el acceso al mercado estadounidense, sino que también aumenta la presión de las exportaciones previamente destinadas a EEUU que son redirigidas hacia la UE. Se espera que el problema de sobrecapacidad aumente en los próximos años, con políticas de exportación más agresivas hacia la UE, siendo este el principal mercado de importación a nivel mundial por volumen, y uno de los más atractivos por precios.

Estos aumentos de capacidad no se corresponden con la demanda esperada, que se mantiene en niveles prácticamente planos en Europa, en un entorno de baja actividad. Esta situación presiona a la baja los precios, con unos costes de producción superiores a la mayor parte de terceros países, y evidentemente daña la competitividad de la industria europea.

En este contexto, desde julio de 2018 la Unión Europea ha venido aplicando medidas de salvaguarda en la industria, que legalmente expirarán el 30 de junio de 2026 (no pueden extenderse más allá de 8 años según la OMC), basadas en cuotas de importación específicas por país para los socios comerciales y otras cuotas residuales donde se incluye a los demás países no socios, con volúmenes de importación a la UE más pequeños. Fuera de estas cuotas, liquidables trimestralmente, se aplica un arancel del 25% a todas las importaciones.

La nueva propuesta de la Comisión Europea presentada en octubre 2025 endurece notablemente las barreras de protección, incluyendo los siguientes puntos:

  • La cuota libre de arancel se reduce a 18,3 millones de toneladas, lo que representa una reducción aproximada de -47% respecto a 2024.
  • Las importaciones que queden fuera de la cuota libre quedarán sujetas a un arancel del 50%.
  • Requisito de fundición (pour&melt): la norma exigirá a los importadores proporcionar evidencia del país donde se fundió el acero para mejorar la trazabilidad y evitar fraudes en la aplicación de las cuotas.

En julio de 2021, la Comisión Europea presentó una propuesta como parte de su iniciativa “Fit for 55”, que tenía como objetivo alcanzar una reducción neta del 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para 2030 y alcanzar la neutralidad climática en 2050. 

La propuesta incluía un Mecanismo de ajuste en frontera por carbono (CBAM) y revisiones al Sistema de comercio de emisiones de la UE (ETS). El CBAM es un instrumento de política ambiental que busca aplicar a los productos importados los mismos costes del carbono en que incurrirían las instalaciones que operan en la UE. De este modo, reduce el riesgo de deslocalización por traslado de la producción a países con políticas medioambientales menos ambiciosas. Actualmente, la industria europea intensiva entrega derechos de emisión por cada tonelada de CO2 emitido. Dado que un porcentaje cada vez mayor de estos derechos se compran en subastas o en el mercado secundario, estos productores tienen que hacer frente a un «precio del carbono» sobre la base de sus emisiones. Sin embargo, en muchos países los productores no están sujetos a esta obligación. Con el fin de proteger a la industria en este periodo de transición hacia el acero verde, los fabricantes europeos han estado recibiendo una buena parte de sus derechos de emisión de forma gratuita. Sin embargo, a partir de 2026 se acelera la eliminación de la “asignación gratuita” de derechos de CO2 con su eliminación total en 2035. 

El CBAM busca que los importadores asuman unos costes del carbono similares a los fabricantes europeos y no dañar la competitividad de la industria local. De este modo, el importador de la UE debe declarar antes del 31 de mayo de cada año la cantidad de bienes y las emisiones incorporadas en dichos bienes importados a la UE durante el año anterior y, al mismo tiempo, debe comprar el número de certificados CBAM que corresponda a la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero incorporadas en los productos, cuyo precio estará vinculado a los ETS (Emission Trading System).

En ambos casos, los efectos inmediatos que veremos con las nuevas medidas de protección del comercio y del medio ambiente son:

  • Fuerte reducción de las importaciones, que algunos organismos calculan en torno al 30%, y que va a impulsar una subida de precios (~100€/150€ tonelada) por parte de las acerías europeas. 
  • Mayor presión sobre los centros de transformación del acero y sectores downstream, que van a tener que trasladar el incremento de precios a un mercado actualmente deprimido. Adicionalmente, hay un repunte de las importaciones previo a la implementación de estas medidas y ante la previsible subida de precios que conllevaran, que supone un volumen adicional que el mercado va a tener que digerir en los primeros meses del 2026.

España ocupa el puesto 17 en el ranking mundial, con 11,9 millones de toneladas producidas en 2024, un 3,7% más que en 2023. En los últimos 10 años ha perdido una posición y un 16% de su producción. El consumo aparente creció un 6,5% en 2024 hasta los 13,5 millones de toneladas, su mejor cifra desde 2018, aunque gran parte del crecimiento favoreció a proveedores extracomunitarios, que aumentaron su cuota hasta el 34,5 % del consumo nacional. También se detectó un mejor comportamiento de productos planos (+9,5%) frente a los largos (+3,7%).El Indicador de Coyuntura Industrial (ICI) muestra niveles de actividad bajos, aunque estables. Con datos a octubre, la producción de acero en los 10 primeros meses del 2025 se mantiene ~ +1%, con un impacto limitado de los aranceles del 50% aplicados por Estados Unidos desde junio de 2025: España exporta unas 250.000 toneladas de acero al año a EE. UU., con un valor de alrededor de 400 millones de € en 2024 (~ 3,5% del total de exportaciones de acero).

El principal reto es la rentabilidad. En un sector intensivo en capital, tanto por inversiones como por costes de producción, y que soporta una enorme presión de las importaciones, es complicado mejorar la rentabilidad cuando la demanda no soporta una subida de precios. Dentro del sector en España, vemos la fabricación y distribución de tubo como la más perjudicada en este momento. Es una industria muy pegada al ciclo y con sobrecapacidad estructural. Se espera que las nuevas medidas que aplicará la UE a partir de 2026 tengan un efecto inmediato positivo por revalorización de stocks aunque, más allá de esa primera rotación, sus costes de producción subirán por el incremento de precios de materia prima y, de nuevo, se van a enfrentar a un mercado con exceso de capacidad y baja demanda. En este sentido, habrá que observar si el mercado absorbe las subidas de precios sin deteriorar aún más el volumen de toneladas. 

El ritmo anual de concursos en el sector se ha mantenido estable durante los últimos años, en torno a los 150-155 concursos al año. El sector metal mantiene una siniestralidad estructural por debajo de la media de sectores en España. El diferencial entre ambos se agrandó durante los años 2022 – 2024, debido al aumento de siniestralidad en otros sectores, mientras el sector metal se vio beneficiado por la extraordinaria rentabilidad en los años 2021 – 2022. El diferencial se ha ido estrechando, sin embargo, entre 2024 y 2025, debido a un peor comportamiento de metal con relación a la media del resto de sectores.

Por subsectores, hay una mayor volatilidad en la comercialización y distribución por la propia estructura de las compañías, aunque es la producción y transformación el subsector con mayor impacto en euros. *Informe elaborado por Iñaki Ballesteros, Coordinador de Analistas Zona Norte de Solunion España.

OBS: Menos opacidad con los sueldos

A final de año es cuando muchos trabajadores están negociando su salario para la próxima temporada. Vienen subidas, congelaciones, bonus… Pero ¿Somos capaces de hablar abiertamente con nuestros compañeros sobre nuestro sueldo? José Luis Bosch, director del máster en recursos humanos de OBS Business School, afirma que España es un país mucho más opaco que otros de Europa con este tipo de información. 

Según él, los salarios deberían ser públicos para todos dentro de una empresa; quizá no los detalles de cada persona pero, al menos, por equipos, tal como se hace en otros países. 

Todavía hay mucho empresario de cuño antiguo que considera que el salario es una prebenda a cambio de la cual recibirá la fidelidad del empleado, y acaba generando una cultura de “hacer la pelota”. “Eso genera una toxicidad muy propia de nuestro país”, asegura. Y recomienda publicar en la web los niveles salariales para que cada uno sepa en qué rango se mueve. Lo que marcará la diferencia es el 'salario emocional', es decir, el agradecimiento personal por una manera 'especial' de desarrollar el trabajo más allá del pago por el servicio prestado: mayor flexibilidad horaria y vacacional, por ejemplo", explica José Luis Bosch.

03Dec

El auge de los centros de datos en España no es solo una tendencia tecnológica: es un movimiento estructural que afecta a la economía, el empleo y la soberanía digital.

Miguel Ángel Valero

La economía española atraviesa un momento de notable dinamismo, destaca el Observatorio Sectorial de CaixaBank Research. Superados los efectos de la pandemia y la crisis energética, se encuentra en una fase expansiva sólida, caracterizada por un crecimiento equilibrado y ampliamente distribuido entre sectores. Este avance se ha producido a pesar del complejo contexto internacional, marcado por las tensiones geopolíticas, un entorno comercial más proteccionista, la moderación de la demanda externa y la persistencia de ciertos cuellos de botella en las cadenas globales de suministro. Frente a estos desafíos, la economía española ha mostrado una notable resiliencia, apoyada en la fortaleza de la demanda interna, la bajada de los tipos de interés, la mejora del mercado laboral y el despliegue de los fondos europeos. 

De los 22 sectores analizados, 16 se encuentran en fase expansiva en 2025, frente a solo dos en 2023. La industria lidera este impulso, especialmente la extractiva, química, farmacéutica y el refino, que han sabido adaptarse con agilidad a los desafíos de la transición energética y digital, registrando importantes avances en productividad y consolidando su papel como motor del crecimiento. 

De cara a 2025 y 2026, el crecimiento del PIB previsto (+2,9% y +2,1%, según las previsiones de CaixaBank Research) presenta un patrón transversal y resiliente, con una marcada homogeneidad sectorial que contrasta con ciclos anteriores y que sugiere una economía menos vulnerable a perturbaciones específicas. La construcción, las actividades profesionales, las TIC y la industria farmacéutica se perfilan como los sectores más dinámicos, mientras que otros como el turismo, la industria manufacturera en su conjunto y el comercio avanzan en línea con el promedio. Incluso sectores tradicionalmente más débiles, como el primario o la industria textil, muestran crecimientos positivos, aunque más moderados. 

Margen de mejora en productividad

Por otra parte, la reforma laboral de 2021 ha reducido drásticamente la temporalidad, de forma generalizada entre sectores, lo cual debería favorecer una mayor estabilidad laboral, la consiguiente inversión en capital humano y sentar las bases para un incremento de la productividad. Si bien el crecimiento del PIB por hora trabajada ha sido positivo, la productividad por ocupado apenas ha avanzado, lo que evidencia que aún queda margen de mejora y que el reto sigue siendo consolidar un modelo productivo más eficiente. 

La industria manufacturera española ha crecido al mismo ritmo que el conjunto del PIB, rompiendo con dos décadas de pérdida de peso relativo. En parte, este punto de inflexión se explica por una nueva ventaja competitiva: los costes energéticos en España han aumentado menos que en otras grandes economías europeas, gracias a la menor dependencia del gas ruso y al mayor peso de las energías renovables. Esta ventaja ha sido especialmente relevante para las ramas industriales intensivas en energía (como la química, la papelera o la metalúrgica, que han resistido mejor los shocks recientes). 

"En definitiva, la economía española no solo crece, sino que lo hace de forma equilibrada, con un mercado laboral más sólido, una industria revitalizada y una notable resiliencia frente a los desafíos globales. El reto es ahora transformar este ciclo expansivo en una senda de crecimiento sostenible, basada en la innovación, la mejora del capital humano y la eficiencia empresarial", concluyen los expertos de CaixaBank Research.

Los centros de datos crecerán hasta el 35% anual 

Por otra parte, España vive una expansión imparable del tejido de centros de datos instalado en su territorio; impulsada por la irrupción de la inteligencia artificial, la nube y el Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés). Según los expertos, la potencia instalada podría haberse sextuplicado en dos años, alcanzando los cerca de 600 MW a comienzos de año y plasmando un crecimiento cercano al 275%; lo que refleja un importante incremento de los centros de datos habilitados en España. 

Esta tendencia seguirá agudizándose, al estimar que la necesidad de centros de datos crecerá a un ritmo del 25–35% anual hasta 2030. Este incremento viene de la mano de una mayor demanda de tecnología en todos los ámbitos de nuestra vida: los centros de datos sostienen la infraestructura crítica que da vida a servicios que usamos a diario como la mayor parte de telefonía móvil, el email, streaming, transacciones bancarias, IA… y garantiza su funcionamiento correcto y velocidad. 

Esta evolución se enmarca en una revolución silenciosa que está redefiniendo la arquitectura tecnológica del país. Madrid concentra ya más del 60% de la potencia operativa de centros de datos y se ha consolidado como uno de los hubs digitales más relevantes del sur de Europa. 

Según el informe anual de DoubleTrade España, en 2024 se convocaron 16.682 licitaciones TIC (un 3 % más que en 2023) con un volumen económico que roza los 11.749 millones de euros, evidenciando un dinamismo sostenido a pesar del contexto de ajuste presupuestario. 

En este pleno auge de los centros de datos en España, esta semana se ha anunciado la puesta en marcha del macroproyecto tecnológico más ambicioso de Extremadura: Nostrum Data Centers y la multinacional Aecom han firmado el acuerdo para la construcción del que será el mayor centro de datos del sur de Europa, y se ubicará en Badajoz. El proyecto, denominado Nostrum Evergreen, supera los 1.900 millones€ de inversión y aspira a convertirse en una de las infraestructuras digitales más avanzadas de España y un referente tecnológico en Europa. 

El informe subraya la importancia del sector como columna vertebral de la transformación digital. Madrid lideró la inversión pública en tecnología con 4.652 millones€, seguida de Andalucía (1.486 millones€) y Cataluña (1.167 millones€). ALos fondos europeos Next Generation han sido un catalizador: las administraciones están ejecutando el Plan de Digitalización 2021-2025, abriendo el camino para modernizar servicios y procesos ciudadanos.

“Estamos viendo un desplazamiento del foco tecnológico hacia modelos híbridos, donde el sector público se apoya en la industria privada para la promoción de nuevos y mejores centros de datos. Esto genera importantes oportunidades de negocio para todas aquellas empresas que tienen su foco de actividad en el desarrollo de esta infraestructura y es clave que sepan anticiparse a las necesidades de cada licitación para aprovechar la ola de oportunidades”, destaca Xavier Piccinini, director general de DoubleTrade España. 

Debido a la vital importancia de esta infraestructura, el sector privado ha redoblado su apuesta. Gigantes como Amazon esperan realizar inversiones de 15.700 millones€ en Aragón, mientras que en Cantabria se está desarrollando un macrocentro de datos de 500 MW con una inversión de 3.600 millones. Microsoft, Meta o Google también han reforzado su presencia en la Península, atraídos por la ubicación estratégica, la conectividad de cable submarino y la disponibilidad energética. 

“El atractivo de España es evidente: buenas conexiones, estabilidad regulatoria y creciente inversión pública. Debido a ello, nos hemos convertido en uno de los grandes centros de interconectividad del sur de Europa”, explica Piccinini. 

El sector público destinó importantes recursos a infraestructura digital: según DoubleTrade, en 2024 se alcanzaron los 139 000 millones€ en licitaciones públicas, con un crecimiento del 10,6%, reflejo de la apuesta estatal por la digitalización. 

Además de ser un foco de desarrollo económico para España, estos centros de datos también suponen un desafío energético: un solo centro de datos puede consumir más de 100 MW, superando el gasto energético de miles de hogares juntos. Además, la demanda de potencia podría llegar a duplicarse antes de 2030. 

El auge de los centros de datos en España no es solo una tendencia tecnológica: es un movimiento estructural que afecta a la economía, el empleo y la soberanía digital. Con un marco de licitación pública cada vez más activo y un interés privado creciente, el país se posiciona como epicentro de la transformación digital europea.

Iberinform: la industria extractiva tarda 124 días en pagar

Los plazos de pago de las empresas registraron en 2024, una reducción de un día hasta situarse en los 79 días, de acuerdo con el seguimiento sobre los plazos de pago en la empresa española realizado por Iberinform. Se trata del valor más bajo desde que el 2010 la legislación sobre plazos de pagos comerciales impulsó la limitación a los 60 días naturales a contar desde la fecha de recepción de las mercancías o prestación de los servicios. A lo largo de este periodo, los plazos de pago en España se han mantenido lejos del horizonte que trata de impulsar la legislación española y europea, en una horquilla que va de los 94 días de 2017 a los 79 actuales.

La fijación de los plazos comerciales es el resultado de millones de acuerdos entre empresas en la compraventa de sus productos y servicios a lo largo de la cadena de valor. En general, toda empresa trata de reducir los plazos de cobro a sus clientes y ampliar los plazos de pago a sus proveedores para incrementar su partida de tesorería y reducir sus necesidades operativas de financiación externa. 

Los plazos de pago en las relaciones comerciales entre empresas se han reducido de forma generalizada en la mayoría de los segmentos empresariales durante 2024. Se registra una caída de un día entre las grandes empresas, que son las que presentan los plazos más prolongados. Las medianas y las pequeñas empresas también registran una reducción de un día en sus plazos de pago. La microempresa es el único caso donde se observa una mayor reducción con 2 días menos y se sitúa en los mismos plazos que la pequeña empresa (78). Las medianas se sitúan en 83 días y las grandes, por segundo año consecutivo, se encuentran por debajo de los cien días. 

Ninguno de los sectores productivos logra situarse por debajo de los 60 días. Los plazos de pago en el sector primario se sitúan en 97 días. En los distintos sectores industriales los plazos de pago muestran una amplia horquilla. Los peores se registran en la industria extractiva (124 días), seguida del sector primario (97), electrónica y TIC y textil (86). Solo se sitúan por debajo de la media alimentación (77) y consumo duradero (76). La mayor reducción se registra en automoción y electrónica y TIC (4 días).

Entre los servicios, los peores plazos de pago se producen en servicios financieros (110), energía (106 días), Inmobiliario (95) y servicios a empresa (91). Se sitúan por debajo de la media comercio al por mayor y venta de TIC y electrónica (78), alojamiento (74), comercio al por menor (73), comercio de automoción (65), sanidad (59) y restauración (56). Las mayores reducciones se registran en comercio de automoción (-7), sanidad y transporte (-3) y alojamiento (-2).

Por comunidades autónomas, la evolución del comportamiento en pagos depende de diversos condicionantes entre los que cabe citar, principalmente, dos: los matices en la cultura de pagos o la composición sectorial. La horquilla supone 24 días adicionales de crédito comercial. Las regiones que presentan plazos de pago por debajo de la media  son: Canarias, Asturias, Cataluña, Cantabria, Aragón, Galicia, Navarra, Ceuta y Baleares. En el otro extremo, por encima de la media, se sitúan Melilla, Andalucía, Murcia, Madrid, Extremadura, Castilla-La Mancha, País Vasco, La Rioja y Castilla y León. Todas las comunidades y ciudades autónomas vuelven a situarse por debajo de los cien días. Solo Melilla y Cantabria registran empeoramientos de los plazos de pago.

26Nov

Solo el 12% de las empresas españolas inicia acciones de recobro al vencimiento de la factura, uno de los porcentajes más bajos de la serie histórica, según Crédito y Caución e Iberinform. El sector de bienes de consumo ralentiza su crecimiento por la guerra comercial de Trump.

Miguel Ángel Valero

Las empresas españolas están mostrando una combinación de resiliencia y prudencia ante la incertidumbre del comercio global, según el GlobalTrade Pulse de HSBC. Mientras las empresas globales continúan adaptándose a una nueva realidad comercial marcada por cambios en los aranceles, modificaciones políticas y aumento de costes, las españolas reportan una menor exposición a los costes crecientes y se están centrando en fortalecer los lazos comerciales dentro de Europa y Asia.

Las empresas internacionales están implementando diversas estrategias para afrontar los cambios en el comercio y los retos derivados de los aranceles. En España, el 52% de las empresas afirma sentirse seguro sobre el impacto de la política comercial en sus operaciones, frente a la media global del 67%. A pesar de esta prudencia, el 84% sigue confiando en su capacidad para aumentar el comercio internacional en los próximos dos años, acercándose a la media global del 88%, una cifra que pone de relieve la fortaleza y adaptabilidad de la economía española orientada a la exportación. Además, el 60% de las empresas españolas, frente al 75% a nivel global, afirma que la incertidumbre comercial las ha llevado a adaptar sus estrategias y a buscar nuevas oportunidades.

A nivel mundial, el 66% de las empresas esperan que los costes aumenten en los próximos seis meses, impulsados por aranceles, derechos de aduana y gastos de transporte. Sin embargo, las empresas españolas señalan expectativas de costes más bajas (53%) y menos incrementos reales hasta ahora (48% frente al 62% a nivel global), lo que indica que están gestionando de manera más eficaz las presiones inflacionarias y operativas.

A pesar de las continuas presiones derivadas de la volatilidad de los aranceles, solo la mitad de las empresas españolas informa de un aumento en los requisitos de capital circulante desde 2024, frente al 63% a nivel global.

El Trade Pulse destaca que la diversificación sigue siendo la principal estrategia global para gestionar las interrupciones. El 84% de las empresas en todo el mundo están diversificando sus cadenas de suministro y el 76% está adoptando múltiples medidas para mitigar los riesgos comerciales y de costes, como repercutir costes, renegociar contratos o invertir en automatización e inteligencia artificial.

Las empresas españolas también están reorientando sus relaciones comerciales, fortaleciendo los vínculos con Europa y Asia mientras reducen su dependencia de Norteamérica (32% frente al 22% a nivel global). Los principales países en los que las empresas españolas están incrementando sus ventas incluyen EEUU, Alemania, Francia, India e Italia, lo que refleja una estrategia basada en la proximidad, la previsibilidad y las alianzas a largo plazo. 

El 16% de las empresas españolas con una facturación de 500 millones a 2.000 millones$ ha aumentado sus ventas en India, mientras que el 19% de las compañías del sector TMT (Tecnología, Medios, Telecomunicaciones) ha incrementado sus ventas en Alemania, por encima de la media española (15%).

A medida que se profundiza la comprensión del nuevo panorama comercial, las preocupaciones por los ingresos están disminuyendo, con solo el 22% de las empresas globales temiendo pérdidas de éstos severas superiores al 25% en los próximos dos años (frente al 37% de hace seis meses). Solo el 16% de las empresas españolas espera pérdidas severas. La mayoría espera que los ingresos aumenten en los próximos seis meses (42% en España frente al 54% a nivel global) y en los próximos dos años (48% en España frente al 59% a nivel global).

“El historial de España en el comercio internacional y su capacidad para adaptarse a las nuevas dinámicas del mercado continúa siendo un ejemplo positivo en toda Europa. Las empresas locales están comprometidas no solo con superar los desafíos a corto plazo, sino también con aprovechar nuevas oportunidades de crecimiento. Contar con un socio con experiencia internacional es clave para apoyar esta ambición. Esto se refleja en que HSBC España haya sido recientemente clasificado como el primero en la Encuesta Anual de Comercio de Euromoney y en el reconocimiento de HSBC como Mejor Banco Global de Comercio a nivel mundial durante ocho años consecutivos”, afirma Emilio Sanchis Giménez, Head of Global Trade Solutions(GTS) Sales para Europa Continental.

Crédito y Caución: las empresas retrasan las acciones de recobro

Pero no todo es tan optimista. Según el Estudio de la Gestión del Riesgo de Crédito en España que impulsan Crédito y Caución e Iberinform, solo el 12% de las empresas españolas inicia acciones de recobro al vencimiento de la factura. Se trata de uno de los porcentajes más bajos de la serie histórica, un indicativo de que las empresas están reaccionando a las tensiones de liquidez de sus clientes retrasando el inicio de las acciones de recobro para no deteriorar la relación comercial.

El retraso en las acciones de recobro implica un deterioro en la efectividad de la recuperación. A pesar de ello, el estudio refleja una gran flexibilidad de los plazos de recobro, como medida para salvaguardar las relaciones comerciales. El 37% de las empresas permite a sus clientes retrasos en pagos de más de 90 días antes de considerar un crédito moroso.

Cuando se inician las acciones de recobro, la inmensa mayoría de las empresas renuncia al cobro de intereses de demora. El 63% de las empresas no los aplica nunca y solo el 4% es sistemático a la hora de ejercer su derecho. Son niveles peores a los registrados hace un año, lo que indica el esfuerzo que están realizando las compañías por mantener la relación con sus clientes, a pesar del retraso en el pago. 

Hasta 2022, los tipos de interés de demora para operaciones comerciales estuvieron fijados en el 8%. El endurecimiento de la política monetaria por parte del Banco Central Europeo provocó que se incrementasen hasta el máximo del 12,5% en 2024. En la actualidad, este tipo está fijado en el 10,15%. La variación de este indicador oficial no tiene, sin embargo, traslación a la economía real: según el Estudio elaborado por Crédito y Caución e Iberinform, el 98% de las empresas que aplican intereses de demora reclaman por debajo de los que le corresponden legalmente.

Bienes de consumo ralentiza su crecimiento

El sector de bienes de consumo duraderos cuenta con una alta exposición a los riesgos geopolíticos y económicos, como la caída de los mercados bursátiles y la volatilidad de los precios de las materias primas. Estos factores están ralentizando su crecimiento. Un informe de Crédito y Caución espera que el crecimiento de las ventas mundiales sea de apenas el 1,8 % en 2025 y del 1,3 % en 2026. Hay que recordar que el sector experimentó un repunte del 5,8% en 2024, por lo que la desaceleración estimada para este año es significativa.

En el caso de Europa, la estimación de crecimiento se sitúa en el 3,8% en 2025 y en apenas el 0,1% en 2026. Los mercados que presentan mayores niveles de riesgo de crédito son Austria, Suecia y Francia. En el último caso, el aumento del desempleo que se está registrando en el país francés está incrementando la reticencia de los hogares a un consumo elevado debido a la falta de confianza en el futuro. Las existencias son bastante altas debido a los bajos niveles de demanda.

Los aranceles comerciales y el proteccionismo son las principales amenazas para este sector. Las posibles interrupciones de la cadena de suministro y la mayor volatilidad de los precios de las materias primas, la energía y el transporte podrían incrementar los precios minoristas de los equipos domésticos y, en general, afectar a la decisión de comprar de los consumidores.

Si los costes operativos aumentan sustancialmente, algunos minoristas podrían verse obligados a modificar sus políticas de abastecimiento y buscar nuevos socios para eludir las subidas arancelarias. Muchos tratarán de repercutir los costes a los clientes aumentando los precios para proteger unos márgenes ya de por sí reducidos.

Los operadores más pequeños de los mercados avanzados se enfrentan a mayores riesgos de insolvencia.  Al mismo tiempo, los minoristas online están aumentando su cuota de mercado, lo que ejerce presión sobre los operadores tradicionales.

En este contexto, si quieren ser competitivos, deberán ofrecer servicios adicionales, ampliar su negocio online y mejorar sus capacidades digitales. Sin embargo, esto requiere una elevada inversión en un escenario de márgenes de beneficio ajustados, especialmente para los minoristas más pequeños.

11Nov

El 56% de las empresas españolas sufre el impacto negativo de la morosidad en su cuenta de resultados y el 5,6% afirma que corre el riesgo de cerrar por el impacto de los impagados.

Miguel Ángel Valero

España se enfrenta a un reto estructural: el reducido tamaño de sus empresas. Esta limitación frena la productividad, la innovación y el empleo. ¿Por qué nuestras compañías crecen menos que las europeas? "Entenderlo es clave para construir una economía más dinámica y productiva", subrayan Beatriz González y Eduardo Gutiérrez, de Análisis de la Economía Española, en el Blog del Banco de España, donde dejan muy claro que "el tamaño sí importa".

El tejido empresarial constituye la columna vertebral de la economía de cualquier país: de él depende en gran medida la productividad, el crecimiento económico y, en última instancia, nuestro bienestar colectivo. Las empresas españolas tienen, en promedio, menos empleados que las de nuestros vecinos europeos y crecen más lentamente. Estas características lastran nuestro crecimiento económico. Aunque en la última década las empresas españolas están ganando escala, el reto de incrementar su tamaño sigue vigente. Entender por qué nuestras empresas son más pequeñas y qué factores frenan su desarrollo ayuda a pensar cómo favorecer su crecimiento.   

Las empresas españolas tenían, de media, 8,8 empleados, frente a los 12,1 de la Unión Europea (UE). El bajo tamaño promedio en España se debe, principalmente, a dos factores:

  • Mayor proporción de microempresas (con menos de 10 empleados): como se observa en el gráfico, representan el 89% del total de empresas con asalariados y concentran el 27% del empleo en España. En el conjunto de la UE, estas cifras son menores: el 85% de empresas y el 22% del empleo. Y la diferencia es aún mayor en el caso de las empresas con menos de 5 empleados: suponen el 77 % de las empresas y el 18 % del empleo en España frente al 71 % y el 13 % en la UE.
  • Menor tamaño de las empresas de más de 10 empleados: en España, estas empresas alcanzan los 59 empleados de media frente a 65 en el caso de nuestros vecinos europeos.
  • La diferencia es relevante porque el tamaño empresarial tiene un impacto directo sobre la productividad, el empleo, la innovación y, de modo indirecto, sobre el crecimiento y el bienestar. 

La especialización de la economía española en sectores como los servicios, donde predominan las empresas pequeñas, no parece ser la causa principal. La diferencia en el tamaño empresarial se da en la mayoría de los sectores. En el caso del sector servicios, la empresa media en España tiene 8,3 empleados, frente a casi 11 en la UE. En el sector manufacturero, la brecha es aún más pronunciada: 10,6 frente a 15,9 de media; más de 5 empleados de diferencia. 

Tampoco explica la brecha de tamaño la falta de dinamismo empresarial, el ritmo de creación y destrucción de empresas. España está en línea con la media europea: se crean empresas a un ritmo parecido (9,4% anual frente al 8,7% en la UE en las empresas con asalariados), y  desaparecen anualmente el 9,3% en España y un 8% en la UE. Estas tasas son similares en las empresas sin asalariados.

Las empresas españolas con asalariados nacen con un tamaño parecido al de las europeas —en torno a 2 empleados de media—, pero con el paso del tiempo se quedan rezagadas. A partir del quinto año de vida, la diferencia se acentúa: mientras que las empresas europeas alcanzan los 17 empleados de media, las españolas se quedan en 12. El bajo crecimiento de las empresas españolas frente a las europeas no se debe solo al peso de las más pequeñas: las empresas que nacen con 10 o más empleados también se acaban distanciando de las europeas, y explican casi el 30 % de la brecha de tamaño a los cinco años.

Ventajas del tamaño

Las empresas de mayor tamaño suelen ser más productivas que las pequeñas. La razón es que las empresas grandes pueden aprovechar ventajas fuera del alcance de las pequeñas, como:

  • Mejor acceso a la financiación: las empresas grandes suelen contar con mayor cantidad de financiación y a un menor coste. Además, disponen de más fuentes de financiación: no solo el crédito bancario, sino que pueden emitir bonos o acudir a los mercados de capitales.
  • Economías de escala, especialización y gestión: las empresas grandes pueden repartir costes fijos entre una mayor producción y mejorar sus cadenas de valor. Además, suelen tener una mayor especialización del trabajo y procesos de gestión profesionalizados, que favorecen la eficiencia y la productividad.
  • Innovación: ambos factores anteriores les permiten invertir en innovación de nuevos productos y procesos, lo que favorece el crecimiento empresarial y los efectos positivos al resto de la economía.

La mayor productividad se traduce en beneficios para todos. Cuando hay competencia en el mercado, las empresas grandes suelen ofrecer mejores salarios, generar más empleos y facilitar el acceso a bienes y servicios de calidad a precios más accesibles.

A pesar de que el menor tamaño empresarial sigue siendo una característica estructural de la economía española, en la última década se observan algunas señales alentadoras. Desde 2012, las empresas con menos de 5 empleados han ido perdiendo peso en el empleo total, tanto en España como en el conjunto de la UE. Pero el declive ha sido más intenso en España: el peso del empleo en este tipo de empresas se redujo en unos 6 puntos, frente a una caída de aproximadamente 3 puntos en nuestros socios europeos. El menor peso relativo de las empresas pequeñas puede contribuir al crecimiento de la productividad de la economía en su conjunto.

"El reto es hacer que las empresas crezcan. Que este cambio se consolide dependerá de que las empresas españolas encuentren condiciones favorables para crecer. Hay diversos factores facilitadores: un entorno económico dinámico y favorable; la capacidad, sobre todo para las pymes, de acceder a financiación adecuada y atraer talento; la reducción o superación de los obstáculos regulatorios y administrativos que limitan su expansión", concluyen los expertos del Banco de España.

Círculo de Empresarios: barreras que impiden ganar tamaño 

En la misma línea, la Encuesta Empresarial Círculo 2025 subraya la existencia de barreras administrativas y regulatorias que dificultan que las empresas ganen tamaño (742%). Pero se reconoce la falta de visión y de ambición del empresario (27,4%).

Para ganar tamaño, se recomienda internacionalización (58,5%), profesionalización de la gestión (56,7%), más innovación (49,1%), fusiones y adquisiciones (47,6%) e incorporación de socios estratégicos (39%).

El 56% de las empresas sufre en sus cuentas la morosidad

Por otra parte, el impacto de la morosidad sobre el tejido empresarial se ha mantenido a lo largo de 2025 en niveles muy elevados. El 56% de las empresas españolas sufre el impacto negativo de la morosidad en su cuenta de resultados y el 5,6% afirma que corre el riesgo de cerrar por el impacto de los impagados, según la oleada de otoño del Estudio de la Gestión del Riesgo de Crédito en España, que impulsan Crédito y Caución e Iberinform.

El 49% de las firmas españolas afronta pérdidas de ingresos significativas a causa de la morosidad, lo que supone un deterioro de tres puntos con respecto a los niveles de 2024. En un contexto de tipos de interés aún elevados, el retraso en el pago de los clientes también provoca que el 23% del tejido empresarial registre un incremento de sus costes financieros. El 17% tiene que frenar su expansión comercial y el 11% se ve obligado a limitar sus nuevas inversiones. 

La falta de control sobre la morosidad es un riesgo para la actividad empresarial. El incumplimiento de los pagos acordados genera importantes tensiones de liquidez en una situación como la actual y es especialmente desestabilizadora en la operativa de las empresas de menor tamaño. Si se llega al impago de una venta a crédito comercial, la pérdida equivale a los costes de producción del producto.

El impacto de un impagado comercial se acentúa cuanto menor sea el margen de beneficios, pues multiplica el número de ventas con clientes solventes necesarias para compensar la pérdida. Si una sociedad con un margen comercial del 10% sufre un impago de 10.000€, deberá generar un nuevo negocio por 100.000€ para compensar el impacto de los 9.000 en costes de producción.

En un contexto de estrechamiento de los márgenes comerciales, como consecuencia de los incrementos de costes de producción y de tipos de interés todavía elevados, es especialmente importante para la supervivencia de la empresa gestionar adecuadamente sus riesgos de impago.

Crédito y Caución acaba de lanzar One Invoices, una nueva herramienta que permite la gestión de la póliza y del cobro de las facturas de manera mucho más ágil y adaptada a las necesidades del usuario. La plataforma CyCred One garantiza un acceso privado y totalmente confidencial a la información relativa a los datos de facturación y saldos de los clientes.

Este nuevo servicio ofrece importantes ventajas para los asegurados ya que les permite simplificar procesos y mejorar el seguimiento de sus facturas. La automatización de las tareas de gestión de la póliza, como la vigilancia de los cúmulos de riesgo o la declaración de ventas e incidencias de pago, se realiza de manera automática según la configuración personalizada que el usuario haya programado tanto para un cliente en concreto como para un grupo de clientes o de toda la cartera.

Con esta herramienta, sin coste añadido para el asegurado, Crédito y Caución da un paso más en la personalización de la gestión del credit managment por parte de las empresas, de una manera más ágil y centralizada, realizando recordatorios a los clientes y vigilando el estado y evolución del negocio a través de gráficos interactivos

“Nuestro objetivo no es otro que ofrecer mayores facilidades a los gestores de crédito en su día a día. A partir de ahora, podrán diseñar cómo hacer el seguimiento de sus facturas con total seguridad y mayor agilidad, unificando procesos dispersos y facilitando el control de gestión”, explica el responsable de Innovación y Servicios de valor Añadido en Atradius Crédito y Caución, Sergio Manzano.

Los deudores concursados crecen el 3% en el tercer trimestre

Durante el tercer trimestre de 2025 el número de deudores concursados ha sido de 12.509, lo que supone un crecimiento del 3% respecto al trimestre anterior, y un incremento anual del 27,2%, según la Estadística del Procedimiento Concursal del Colegio de Registradores. En cuanto a los concursos de personas jurídicas empresas, han experimentado un descenso del 2,9% respecto al mismo período del año anterior. Los concursos de personas físicas constituyen el 90,7% del total de deudores concursados, con un total de 11.352 procedimientos iniciados.

 Con relación al tipo de concurso, 12.484 procedimientos han sido voluntarios, lo que supone un crecimiento del 3,2% respecto al segundo trimestre. Por su parte, tampoco se han registrado concursos consecutivos durante el tercer trimestre de 2025, respondiendo a la aplicación de la reforma del TRLC establecida por la Ley 16/2022. Los concursos necesarios, a su vez, se han reducido en un 47,9%. Según la clase de procedimiento, los concursos sin masa han aumentado el 7,1% en el trimestre, y han supuesto un 87,0% del total. También se ha reducido el número de procedimientos ordinarios, con una caída del 16,7%, hasta representar únicamente el 10,2% del conjunto. Por su parte, se han registrado 347 aperturas de procedimientos especiales para microempresas, lo que supone una disminución del 22,2% respecto al trimestre anterior.

Durante el tercer trimestre se han iniciado 12.509 procedimientos concursales, de los cuales 1.157 han correspondido a personas jurídicas empresas (9,2% del total) y 11.352 a personas físicas (90,8%). Entre estas últimas, 1.138 desarrollaban alguna actividad empresarial o profesional, lo que representa el 9,1% del total y el 10% de las personas físicas concursadas. El número de personas jurídicas empresas que inician algún tipo de procedimiento concursal ha disminuido un 2,9% en el tercer trimestre de 2025 respecto al mismo periodo del año anterior. Por forma jurídica, el 92,4% de las empresas concursadas son Sociedades de Responsabilidad Limitada (1.069 casos). En cuanto al volumen de negocio, el 36,4% de las empresas se situó en el tramo más bajo (hasta 250.000 euros anuales), mientras que solo el 1,7% superó los 5 millones de euros.

El 26,9% de las empresas concursadas tienen como actividad económica principal el Comercio, el 16,9% la Construcción, y el 12,3% la Industria. En relación con el número de asalariados, el 44,1% del total de empresas concursadas cuenta con menos de dos trabajadores, y dentro de este grupo, el 52,3% no tiene ningún asalariado.

El 19,2% del total de empresas que ha entrado en concurso durante el tercer trimestre tiene una antigüedad de 20 o más años. Mientras que, el 57,2% tiene ocho o menos años de antigüedad. Por sectores, en Hostelería el 61,3% de las empresas concursadas tiene menos de cuatro años de antigüedad, seguida por las Actividades profesionales con el 48,1%. Por su parte, en Industria y energía, el 38,6% de las concursadas tiene veinte o más años de antigüedad.

Las comunidades autónomas con mayor número de deudores concursados en el tercer trimestre de 2025, al igual que en trimestres anteriores, han sido Cataluña (3.060), Comunidad de Madrid (2.276), Comunitat Valenciana (1.766) y Andalucía (1.270), concentrando en ellas un 66,9% del total de casos.

Ceuta y Melilla, La Rioja y Andalucía son las únicas Comunidades Autónomas que presentan decrementos anuales del número de concursados respecto al mismo período del año anterior (77,1% 51% y 12,5% respectivamente); y, en el otro extremo, Madrid, Navarra e Illes Balears registraron los mayores incrementos anuales (89,4% 76,2% y 68,3% respectivamente).