Miguel Ángel Valero
Se necesitan ingentes cantidades de gasto de capital (capex) en áreas como las energías renovables, la descarbonización de las utilities y la construcción de nuevas redes eléctricas para descarbonizar la economía global. Aunque supone un desafío financiero que se cifra en billones, también ofrece enormes oportunidades para los inversores, según un análisis de Farahnaz Pashaei Kamali, responsable de sector de Energía, Utilities e Investigación Alpha Sostenible de Robeco, y Chris Berkouwer, gestor de cartera del equipo global de renta variable de la firma.
Esto implica centrarse en aquellas empresas donde los factores de transición climática son los más determinantes para la creación de valor a largo plazo.
“El gasto de capital es un barómetro crucial para la inversión en transición, ya que proporciona una medida tangible del compromiso de una empresa con la sostenibilidad”, afirma Pashaei Kamali. “Un capex elevado en sectores alineados con el clima, como la energía renovable y la electrificación, señala el posicionamiento estratégico de la empresa para el crecimiento futuro, mientras que un capex bajo o mal orientado puede acarrear riesgos importantes, incluidos activos varados”, argumenta. “Además, un capex insuficiente puede suponer la pérdida de oportunidades de innovación, y un gasto excesivo en áreas no alineadas puede diluir los retornos a largo plazo y aumentar las vulnerabilidades relacionadas con el clima. Por tanto, un análisis exhaustivo del capex resulta esencial en cualquier estrategia de inversión sólida”, añade.
Lograr una senda que permita limitar el calentamiento global muy por debajo de los 2 °C –cuando ya hemos alcanzado 1,3 °C de calentamiento confirmado– requiere niveles de movilización de capital sin precedentes. La Agencia Internacional de la Energía estima que será necesario invertir una media de 3,3 billones$ al año hasta 2030, y alcanzar un total acumulado de 55 billones hasta 2050. Un programa de gasto en infraestructuras de esta magnitud no se ha visto desde la reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial.
“Gran parte de estos recursos se destinarán a proyectos de energías renovables, electrificación, descarbonización industrial e infraestructuras resilientes al clima”, señala Berkouwer. “Las utilities dependientes de combustibles fósiles necesitan la mayor parte de la inversión, seguidas por los sectores de materiales y consumo discrecional. Esto subraya dónde es probable que surjan tanto los mayores riesgos como las mejores oportunidades para los inversores, especialmente a la hora de identificar a los líderes y rezagados según su grado de preparación para la transición”, subraya.
Identificar a los líderes, evitar a los rezagados
Precisamente, la estrategia Global Climate Transition Equities de Robeco busca a los líderes, evitando a los rezagados, para alinear la cartera con una trayectoria ‘muy por debajo de 2 °C’. Para ello, analiza específicamente sus compromisos de capex, junto con métricas estándar ESG y el sistema propietario Climate Traffic Light de Robeco. Además, el uso de inteligencia artificial se está ampliando para lograr un análisis con el mayor alcance posible.
“Un sistema impulsado por inteligencia artificial extrae datos directamente de las declaraciones corporativas, capturando inversiones como el gasto de capital directo, la emisión de bonos verdes y los desembolsos alineados con las taxonomías que abarcan el clima”, afirma Pashaei Kamali.“Cuando las empresas informan sobre capacidad renovable en megavatios en lugar de hacerlo en términos monetarios, las cifras se convierten a dólares estadounidenses utilizando proyecciones de costes regionales. Esto proporciona a los inversores una visión integral de la magnitud y credibilidad de los compromisos de transición en toda la cartera", explica.
Hasta ahora, dentro de la cartera, 48 empresas han anunciado 176 compromisos identificables de capex en transición, por un valor superior a 81.000 millones de dólares. Alrededor del 93% de este capital está destinado a la mitigación del cambio climático. El sector financiero fue excluido del análisis porque su papel en la financiación de la transición es una forma indirecta de capex que requiere una evaluación aparte.
“De manera alentadora, la cartera actualmente está por delante de la trayectoria de referencia para un escenario de ‘muy por debajo de 2 °C’ hasta 2030, reflejando un fuerte impulso a corto plazo. Sin embargo, más allá de 2030, los compromisos disminuyen significativamente. Para mantenerse en camino hacia los objetivos de 2050, se requerirá un aumento anual estimado del 12% en el capex de transición.”
El análisis también revela diferencias notables en los impulsores de inversión entre sectores dentro de las empresas que integran la cartera:
La mayor categoría individual de capex comprometido en la transición corresponde a la instalación de energías renovables, con la energía eólica a la cabeza debido a su escalabilidad y competitividad en costes. Las inversiones adicionales incluyen almacenamiento en baterías, actualizaciones de redes eléctricas y la construcción de instalaciones de fabricación de vehículos eléctricos y baterías.
Todo esto conduce a centrarse en identificar a los líderes climáticos, bajo la creencia de que no solo beneficiará al planeta, sino que también logrará el objetivo central de la estrategia de inversión: buscar rentabilidades superiores al índice de referencia o comparables.
“Este tipo de liderazgo climático puede reducir el riesgo a la baja, mejorar la resiliencia operativa y abrir nuevas vías de crecimiento en los sectores que se benefician de la transición energética”, afirma Berkouwer. “También indica que la cartera está estratégicamente alineada tanto con los objetivos climáticos como con la creación de valor a largo plazo”, insiste.
“Sectores de ‘bajo impacto’ como salud, tecnologías de la información y servicios de comunicación están liderando el camino”, añade Pashaei Kamali. “Sus inversiones proactivas, impulsadas por necesidades operativas internas y posiciones financieras sólidas, son una prueba del valor estratégico de la descarbonización más allá de la intensidad de carbono específica de cada sector. Las inversiones focalizadas sugieren un potencial para reducir el riesgo a la baja y una mayor estabilidad de los flujos de caja para los inversores a largo plazo, lo que refuerza la importancia del comportamiento inversor corporativo para el logro de los objetivos climáticos globales”, subraya.