"La resistencia de Ucrania le está dando a Europa un tiempo crucial para reorganizar su defensa y prepararse para su propio futuro. La pregunta fundamental no es solo cómo apoyar a Ucrania, sino si Europa puede garantizar su propia supervivencia en los próximos 5 a 15 años”, advierte Serhii Plokhii, profesor de Historia Ucraniana en la cátedra Mykhailo Hrushevsky de la Universidad de Harvard, en una conferencia en la Fundación Ramón Areces.
Autor, entre otros libros, de ‘The Russo-Ukrainian War: The Return of History’ (2023), ha analizado ‘La guerra entre Rusia y Ucrania a través de los ojos de un historiador’ en una conferencia organizada por la Fundación Ramón Areces junto al Davis Center for Russian and Eurasian Studies de la Universidad de Harvard.
Plokhii ha recordado cómo “a pesar de tener un PIB 10 veces mayor que el de Rusia, Europa ha demostrado debilidad y falta de respuesta a provocaciones, cuestionando su capacidad para transformar su fortaleza económica en poder de seguridad”. “El daño en la relación con Moscú es tan profundo que podría necesitarse una generación para restaurar la confianza, marcando el fin de la era de dependencia energética y una reorientación geopolítica de Rusia hacia Oriente”, avisa.
Este historiador ha alertado también a Europa de que el tiempo se acaba: “El plazo para tomar decisiones estratégicas definitorias es de meses, no de años, lo que exige una acción inmediata. La inacción o la indecisión podrían llevar a repetir fracasos pasados, comprometiendo la estabilidad económica y el modo de vida de Europa a largo plazo. Las decisiones tomadas en el próximo año determinarán si las futuras generaciones de historiadores juzgarán a la Europa actual como un éxito o un fracaso”.
Y también ha recordado lo que otros muchos expertos en geopolítica vienen haciendo en los últimos meses: “Europa se enfrenta a la necesidad urgente de desarrollar su autonomía en seguridad, ya que no puede seguir dependiendo del apoyo de Estados Unidos en futuras crisis”.
La reorientación de Moscú hacia China crea un nuevo y desconocido escenario estratégico. Sobre esta nueva alianza, ha comentado Plokhii que “invierte la dinámica de poder de los años 50, con China como socio dominante y Rusia como el socio menor y más agresivo”. Y ha recordado también cómo “la alianza sino-soviética original de los años 50 no fue duradera, lo que genera una incertidumbre significativa sobre la estabilidad y longevidad de la asociación actual”. “Esta nueva configuración geopolítica, descrita como 'territorio desconocido', está acelerando el surgimiento de un mundo bipolar con China como un centro de poder cada vez más fuerte”, argumenta.
En el análisis de la guerra en Ucrania, para este historiador de la Universidad de Harvard, no estamos ante un conflicto local, “sino ante la fase final y violenta del colapso del imperio ruso, forzando un realineamiento estratégico global”. Sobre su origen, explica que “la guerra de Ucrania no se debe a la expansión de la OTAN, sino a la ambición imperial de Rusia por impedir la integración de Ucrania en la UE y anular su identidad nacional”. “La base ideológica del conflicto es la negación de la existencia de Ucrania como nación, una visión imperial del siglo XIX que considera a los ucranianos como parte del 'pueblo ruso'”.
Sobre el devenir de la contienda, el también autor de ‘The Last Empire: The Final Days of the Soviet Union’ (2014) ha asegurado que “la guerra es un fracaso estratégico para Rusia, que está perdiendo mercados europeos y se enfrenta a una China más poderosa en su giro hacia Oriente, acelerando un nuevo orden bipolar. La agresión se basa en una ideología que busca la 'rusificación' y la eliminación de Ucrania como estado-nación, considerando cualquier expresión de identidad ucraniana como 'antirrusa' y, por tanto, 'nazi'”.
Sin embargo, “la invasión rusa irónicamente ha fortalecido la identidad ucraniana, ha generado un profundo rechazo hacia Rusia que perdurará por generaciones y ha forzado a Europa a reevaluar su propia defensa”. Para este experto, “el elevado número de bajas rusas y los fracasos estratégicos socavan la narrativa de Putin sobre la 'unidad de los pueblos', incluso dentro de la propia Rusia”.