Europa está experimentando una profunda reconfiguración económica y política. En respuesta a numerosas presiones internacionales, la Unión Europea (UE) y sus Estados miembros han comenzado a mirar hacia adentro y a abordar sus debilidades estratégicas. Las infraestructuras, la transición verde y la defensa se sitúan en el centro de nuevos programas de inversión. Los responsables políticos están centrados en el crecimiento, la autonomía estratégica y la competitividad. Este impulso de renovación económica podría convertir a las infraestructuras en una clase de activo más atractiva.
En un mundo cada vez más fragmentado, resulta más importante que nunca que Europa sea autosuficiente. La energía limpia y las tecnologías digitales han dependido durante mucho tiempo de cadenas de suministro globales. Sin embargo, hoy existe un reconocimiento creciente de la necesidad de desarrollar estas capacidades dentro del propio continente.
Para alcanzar la soberanía energética y tecnológica, Europa necesita contar con sus propios centros de datos y redes. Además, la inversión en infraestructuras es esencial para el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) y para garantizar que Europa mantenga su papel destacado en la tecnología de energía limpia.
El enfoque adaptado está guiado estratégicamente y orientado a la sostenibilidad. La planificación a largo plazo, basado en el consenso, contribuye a ofrecer a los inversores un marco estable. Por supuesto, persisten desafíos, como la competencia global por el capital. No obstante, los objetivos claros de la UE proporcionan mayor claridad y confianza a los inversores en infraestructuras.
"Europa podría ofrecer actualmente un entorno más estable para la inversión en infraestructuras en el largo plazo, considerando las tendencias políticas recientes y los compromisos de desarrollo. En cambio, EEUU continúa priorizando estrategias de crecimiento a corto plazo. Los inversores deben tener en cuenta las diferencias en la estructura de los mercados, los marcos regulatorios y los perfiles de riesgo al evaluar las oportunidades", recomienda un análisis de DWS.
Más allá de la energía y la digitalización, otros ámbitos también están cobrando protagonismo. El sector del transporte, por ejemplo, ofrece oportunidades de inversión potencialmente atractivas, gracias a la diversidad de sus activos. La descarbonización de las infraestructuras de transporte – por ejemplo, mediante el impulso de la electromovilidad o de los combustibles alternativos – es fundamental para alcanzar los objetivos climáticos.
La gestión del agua y de los recursos está adquiriendo una importancia creciente, especialmente en lo que respecta a la resiliencia urbana.
El desarrollo de las infraestructuras europeas requiere de una visión a largo plazo. Muchos sectores emergentes de la economía digitalizada y climáticamente neutra carecen de las características clásicas de las infraestructuras tradicionales, como los flujos de caja estables y las elevadas barreras de entrada que limitan la competencia. Por ello, resulta aún más importante evaluar la viabilidad y el atractivo del modelo de negocio a largo plazo.
Europa ofrece una orientación fiable
En este sentido, Europa suele ofrecer una orientación fiable, lo que la distingue de otras regiones. La política sigue siendo un factor de riesgo. Aunque es poco probable que se produzcan cambios bruscos, podrían darse retrasos en la ejecución. Existe un amplio consenso multipartidista sobre la importancia estratégica de las infraestructuras en Europa, pero las prioridades contrapuestas pueden ralentizar el progreso.
Resulta alentador para DWS que cuestiones como la seguridad energética y la soberanía digital ocupen un lugar destacado en la agenda de la Comisión Europea. El año 2025 ya ha registrado avances políticos significativos, como lo demuestra el paquete de infraestructuras alemán y el Clean Industrial Deal de la UE. "Es fundamental que Europa mantenga y refuerce este impulso", subrayan los expertos de la gestora.