La moneda única podría experimentar un nuevo impulso alcista cuando el crecimiento en Europa mejore claramente o la Fed aplique una política monetaria más expansiva.
En un mundo cada vez más fragmentado, resulta más importante que nunca que Europa sea autosuficiente. Y eso exige invertir en centros de datos y redes, en energías limpias, en defensa.
La situación política condiciona profundamente la agenda económica. La compleja tarea de equilibrar las cuentas públicas mediante medidas impopulares paraliza a los Gobiernos.
En el segundo trimestre de 2025, las exportaciones de China al resto del mundo crecieron un 11% interanual, alcanzando la cifra récord de 856.000 millones$. En marcado contraste, las exportaciones a EEUU cayeron un 24%, hasta los 100.000 millones.
DWS avisa que, a largo plazo, es probable que la economía estadounidense en su conjunto pague las consecuencias, ya que el crecimiento en los sectores protegidos por los aranceles probablemente desplazará a otras actividades y reducirá la eficiencia.
Es un pacto todavía pendiente de aclarar y con mucho por negociar, que evita la tarifa del 30% con la que Trump amenazaba imponer a partir de agosto, pero que supone el mayor nivel impositivo entre ambos bloques de las últimas décadas.
Al observar el análisis y rentabilidad a largo plazo, la clase de activos e infraestructuras ha continuado mostrando un rendimiento sólido a lo largo de múltiples periodos económicos adversos.
El Banco Central Europeo sigue atento a la evolución de las negociaciones sobre el acuerdo comercial entre la UE y EEUU. Por tanto, los aranceles de Trump determinan el rumbo de la política monetaria.
El dólar sigue siendo, sin duda, la piedra angular del sistema financiero global. Sin embargo, su reputación se ha visto empañada desde principios de año, en particular por las acciones de la nueva administración Trump.