12 Oct
12Oct

Miguel Ángel Valero

Tanto el oro como el bitcoin marcan continuamente máximos históricos. Y la tendencia alcista parece que no tiene fin. UBP vaticina que el oro terminará 2026 en los 4.600$ la onza. Como el comportamiento del bitcoin parece moverse en sintonía con la evolución del oro —que ha superado al principal criptoactivo en lo que va de año— y al S&P 500, que también cotiza en máximos históricos, y la depreciación del dólar (-10% en lo que va de año), se avecinan nuevos récords.

Fortuna SFP: no es que el oro esté caro, es que el dinero vale cada vez menos

El fundador de Fortuna SFP, José Manuel Marín Cebrián, lo tiene claro: no es que el oro esté caro, es que el dinero vale cada vez menos. Durante siglos, el oro ha sido el termómetro del valor del dinero. Cuando los inversores corren hacia él, no es porque se haya vuelto de moda, sino porque desconfían de las monedas emitidas por los gobiernos. Hoy vemos al oro en máximos históricos. Muchos titulares lo presentan como una escalada de precios del metal, pero la realidad es otra: el problema no está en el oro, sino en el dinero fiduciario, que cada vez compra menos.

El fenómeno tiene tres motores principales: la inflación, la expansión de la masa monetaria y el endeudamiento global. Son fuerzas que erosionan el valor del dinero de forma acumulativa y que explican por qué, a lo largo del tiempo, el oro —activo que no depende de bancos centrales ni gobiernos— mantiene su poder adquisitivo.

La inflación es el aumento sostenido de los precios y, por ende, lapérdida de poder de compra de la moneda. A menudo se la llama “el impuesto silencioso”, porque reduce el valor de los ahorros sin necesidad de una ley parlamentaria. Un billete de 100€ mantiene la cifra impresa, pero hoy compra menos pan, menos gasolinay menos electricidad que hace un año. Esa erosión constante impulsa a muchos ahorradores a buscar activos que protejan su poder adquisitivo, como el oro, los bienes raíces o las acciones de empresas sólidas.

Desde la crisis financiera de 2008, los bancos centrales del mundo han aplicado políticas monetarias expansivas —bajos tipos de interés y programas de compra de activos— para estimular la economía. Con la pandemia de COVID-19 y sus secuelas, ese proceso se intensificó. Cuando la cantidad de dinero crece mucho más rápido que la producción de bienes y servicios, cada unidad monetaria tiende a valer menos. Se deprecia el dólar, el euro o el peso… y eso se refleja en el precio de todo lo que se compra con ese dinero, incluido el oro.

La tercera pata del problema es el endeudamiento. Gobiernos, empresas y familias han incrementado sus pasivos a ritmos récord. El alto endeudamiento condiciona las políticas de los bancos centrales: subir mucholos tipos de interés encarece el servicio de la deuda, pero mantenerlos bajos alimenta la inflación. Es un dilema sin solución sencilla que erosiona la confianza en las monedas tradicionales.

El oro no paga dividendos ni intereses, pero tampoco depende de la promesa de pago de ningún Estado. Su cantidad en el mundo crece lentamente —alrededor de un 1,5 %anual por la producción minera—, lo que lo convierte en una reserva de valor frente  amonedas que se multiplican a golpe de políticas monetarias.Históricamente, una onza de oro (unos 31,1 gramos) ha mantenido su poder adquisitivo a lo largo de los siglos. Por ejemplo, en tiempos del Imperio Romano, una onza de oro bastaba para comprar un traje de toga de buena calidad; hoy, sigue bastando para adquirir un traje de sastrería de gama alta. En cambio, el dólar ha perdido más del 90% de su poder adquisitivo desde 1971, cuando EE. UU. abandonó el patrón oro.

Cuando el oro “sube” en dólares, euros o yenes, en realidad está revelando la pérdidade poder de compra de esas monedas. Es un espejo que refleja la desconfianza en elsistema monetario actual.

Para el ahorrador común, el mensaje es claro: mantener todo el patrimonio en dinero fiduciario, ya sea en depósitos bancarios o en efectivo, implica una pérdida constante de poder adquisitivo. Esto no significa que todos deban lanzarse a comprar oro, pero sí invita a diversificar:

  • combinar depósitos con activos reales (oro, inmuebles, materias primas),
  • invertir en negocios productivos (acciones de empresas sólidas),
  • o incluso utilizar instrumentos financieros que protejan contra la inflación.

Los bancos centrales, por su parte, enfrentan el desafío de equilibrar la estabilidad deprecios con la sostenibilidad de la deuda pública. De ese equilibrio depende la credibilidadde las monedas.

Mirando hacia adelante: ¿estamos ante un cambio de era monetaria?El debate sobre el futuro del dinero fiduciario no es nuevo. Desde hace décadas, economistas advierten de que un sistema basado en deuda y emisión ilimitada tiene límites. Hoy, además del oro, han surgido criptomonedas y proyectos de monedas digitales de bancos centrales (CBDC) como alternativas o complementos. Sin embargo, mientras las monedas digitales sigan estando respaldadas por bancoscentrales, estarán expuestas a las mismas presiones: inflación, deuda y política monetaria.

El oro, por ahora, sigue siendo el único activo ampliamente reconocido que no depende dedecisiones humanas para preservar su valor. Decir que “el oro está caro” es quedarse en la superficie. La realidad es que el oro sirve de recordatorio de que el dinero fiduciario —el dólar, el euro, el peso— se deprecia a lo largo del tiempo.El verdadero desafío para los ciudadanos y los responsables políticos es reconstruir laconfianza en las monedas, contener la inflación y frenar la escalada de deuda. De lo contrario, los titulares sobre el “oro caro” seguirán apareciendo, cuando en realidad solo estarán contando la historia de un dinero que cada vez vale menos.

UBP: potencial alcista significativo

El último UBP Forex Outlook - Oro: Una visión más amplia eleva la previsión para el oro a 4.600 dólares por onza, un nivel que la firma anticipa se materializará hacia el cuarto trimestre de 2026. La continua diversificación de las reservas de los bancos centrales y las compras del sector privado indican que el oro tiene un potencial alcista significativo, incluso desde los niveles actuales. El oro se consolidó como un activo refugio estructural beneficiándose de los cambios más amplios en el orden monetario mundial incluida la posible pérdida de independencia de la Fed y el interés creciente de inversores institucionales y minoristas. 

"Hemos confirmado nuestra firme convicción al aumentar la asignación de oro en nuestras carteras al 10 %. Esto supera con creces las asignaciones estándar de oro (2 % - 4 %) y refleja nuestra firme convicción de que, en un orden monetario cambiante, el oro seguirá superando al oro. Observamos que la correlación del oro con la mayoría de las demás clases de activos principales es comparativamente baja, y la ruptura con las correlaciones de rendimiento real a principios de este año significa que el oro ofrece una sólida ventaja de diversificación a nuestras carteras", argumentan los expertos de UBP.

Tras los anuncios arancelarios de Trump en abril, las correlaciones entre activos se desplomaron.Los bonos soberanos no cumplieron su función de refugio seguro como los inversores habían asumido. Las crecientes dudas sobre la viabilidad de los activos refugio líquidos solo pueden beneficiar al oro, lo que significa que el oro se considerará cada vez más un soporte estructural para las carteras líquidas, en lugar de un motor cíclico. 

"Hemos identificado tres escenarios en los que sería factible una caída sustancial del oro:

  • Un período prolongado de altos rendimientos reales: Para que el oro caiga a niveles sustancialmente más bajos, creemos que la primera condición sería que los tipos de interés reales ajustados a la inflación se mantuvieran en niveles elevados (por encima del 2%) durante un período prolongado. Esto requeriría un compromiso para elevar y mantener los tipos de interés nominales por encima de la inflación durante varios años, y cualquier promesa al respecto tendría que ser creíble. Esto no parece probable a corto plazo, considerando el ciclo de recortes de tipos de la Reserva Federal y la disminución de los rendimientos de los TIPS estadounidenses a diez años.
  • Caída de la renta variable: Las caídas pronunciadas más recientes del oro se han producido durante períodos de importantes caídas en el mercado de valores (2008, 2020). Esto reflejó que los inversores en renta variable vendieron sus posiciones en oro para financiar posiciones largas en renta variable o llamadas de margen. Esto es parte de la financiación conductual estándar, y las caídas rara vez se mantienen. Normalmente, el oro recupera cualquier pérdida en un plazo de seis a doce meses.
  • Venta forzada para cubrir un déficit fiscal: Un posible catalizador para una caída del oro podría ser que un país europeo venda parte de sus reservas de oro para reducir un déficit fiscal. Creemos que cualquier movimiento en esta dirección tendría un efecto notable en los precios a corto plazo; sin embargo, el perfil general de la demanda sugiere que cualquier caída en los precios será de corta duración.

"Aumentamos nuestro pronóstico a $4,600 por onza, que esperamos alcanzar para el cuarto trimestre de 2026. El reciente impulso alcista sugiere que este objetivo podría alcanzarse antes de lo previsto", concluye.

Inviam: auge del alquiler de cahas de seguridad privadas

El oro ha alcanzado un hito sin precedentes al superar por primera vez los 4.000 dólares por onza, consolidando su posición como refugio seguro. Durante 2025, ha marcado máximos históricos, impulsado principalmente por las compras masivas de bancos centrales, la debilidad del dólar y un contexto geopolítico complejo. En lo que va de año, la revalorización ya supera el 50% y las proyecciones indican que podría cerrar su mejor ejercicio desde 1979. En este escenario, los españoles están recurriendo a la compra de oro al considerar su adquisición como una estrategia segura y rentable. Inversores y ciudadanos buscan preservar valor en tiempos de incertidumbre. Pero, ¿dónde lo guardan al adquirirlo físicamente? 

David Sacristán, CEO de Grupo Inviam, empresa española del mercado de alquiler de cajas de seguridad, con más de una década de trayectoria, explica que cada vez más personas confían en el alquiler de cajas de seguridad privadas como solución segura y accesible para proteger sus activos. A diferencia de las opciones tradicionales, estos servicios ofrecen una prestación independiente de entidades financieras, con acceso inmediato, tarifas competitivas y un amplio horario, lo que facilita a particulares y empresas mantener sus objetos de valor bajo máxima protección.

Kraken: apetito por el riesgo

Thomas Perfumo, Global Economist de Kraken, subraya que los máximos históricos del bitcoin reflejan un sentimiento generalizado de apetito por el riesgo en los mercados globales. Su comportamiento parece moverse en sintonía con otras clases de activos, siguiendo a la evolución del oro —que ha superado a bitcoin en lo que va de año— y al S&P 500, que también cotiza en máximos históricos.

Los mercados están valorando cada vez más recortes de tipos por parte de la Reserva Federal, con expectativas que ahora apuntan a al menos dos reducciones consecutivas, a pesar de que la inflación sigue siendo persistente.

Con el dólar habiendo caído aproximadamente un 10% en lo que va de año, gran parte del debate reciente se ha centrado en la llamada "apuesta por la depreciación", la idea de que los inversores están rotando hacia activos financieros como cobertura ante la pérdida de valor del dólar. Aunque este contexto sin duda favorece al bitcoin, "esta dinámica se ha mantenido durante todo el año. Por tanto, la última subida puede deberse menos a un nuevo catalizador y más a un caso de que es el precio el que está marcando la narrativa", señala.

The Trader: entender los ciclos

Cada vez es más común que los inversores incluyan en sus carteras activos que hace poco parecían “exóticos”. Lo que antes sonaba a ciencia ficción es hoy una realidad: la frontera entre los activos tradicionales (bonos, acciones, oro) y los digitales (cripto, tokenización, finanzas descentralizadas) se difumina a gran velocidad.

Las razones son claras: una inflación que no termina de desaparecer, ciclos de tipos de interés cada vez más inciertos, tensiones geopolíticas constantes y la digitalización acelerada de las finanzas. Nadie cree ya en un regreso al mundo anterior a 2020. En este escenario, diversificar no significa únicamente mover el peso entre acciones y bonos, sino también plantearse cómo encajan los activos digitales dentro de una cartera equilibrada.

Los movimientos de los grandes jugadores lo confirman. BlackRock lanzó su ETF de Bitcoin y en menos de un año superó los 85.000 millones$, una velocidad de crecimiento que recuerda al boom de los ETF de oro hace dos décadas. En paralelo, bancos centrales como el BCE o la Reserva Federal hacen pruebas piloto de bonos soberanos liquidados con dinero digital. Y la tokenización avanza imparable: desde inmuebles hasta deuda del Tesoro pueden transformarse en activos digitales, multiplicando la liquidez y cambiando la forma en que entendemos el colateral en los mercados globales.

Para los ahorradores, el impacto es evidente: más acceso, más opciones… pero también más riesgos. Productos que antes eran ilíquidos o costosos de negociar pueden estar disponibles con un clic. Al mismo tiempo, los reguladores buscan poner orden: Europa con su normativa MiCA, y EEUU con su estrategia de activos digitales.

"El debate entre lo viejo y lo nuevo pierde sentido. Lo inteligente será aprender a convivir con ambos mundos. La estabilidad ya no vendrá de repetir recetas del pasado, sino de la capacidad de adaptación. El reto será mantener la prudencia, hacer más preguntas para entender lo nuevo, y aceptar que la diversificación del futuro no solo mezcla activos distintos, sino también infraestructuras diferentes. El objetivo sigue siendo el mismo: proteger y hacer crecer el ahorro. Lo que cambia (como siempre ha ocurrido) son las herramientas que utilizamos", razona el analista Pablo Gil en The Trader.

En Merge Madrid 2025, este experto destaca que "nos encontramos en un momento crítico dentro del ciclo del mercado". Los datos históricos del bitcoin muestran que sus grandes movimientos siguen un patrón muy claro vinculado a los “halvings”, las reducciones periódicas en la recompensa por minado que ocurren aproximadamente cada cuatro años.  Si el comportamiento se repite, el techo del ciclo actual podría alcanzarse entre octubre y diciembre de 2025, seguido de una corrección cercana al 70%, que probablemente se extendería hasta finales de 2026. A partir de ahí, como ha sucedido en los ciclos anteriores, el mercado tendería a estabilizarse y prepararse para una nueva fase alcista de cara al próximo halving previsto para 2028.

Entender los ciclos es fundamental para invertir con criterio. Los halvings no son un detalle técnico: son el metrónomo, el aparato que marca el ritmo de los ciclos del mercado cripto.

"En momentos de entusiasmo generalizado, conviene recordar que la paciencia, la gestión del riesgo y el análisis técnico siguen siendo las herramientas más valiosas del inversor", advierte.

BingX : el bitcoin ya es un componente estructural del sistema

Vivien Lin, Chief Product Officer de BingX, habla de "un punto de inflexión para el ecosistema cripto". El bitcoin, impulsado por un renovado flujo institucional y la consolidación de los ETF al contado en EEUU ha dejado claro que la narrativa del activo digital ha evolucionado. Ya no se trata solo de un refugio o una apuesta especulativa: el mercado comienza a reconocer al bitcoin como un componente estructural del sistema financiero moderno. La fortaleza con la que superó resistencias históricas refleja una madurez inédita, donde las correcciones dejan de verse como amenazas para convertirse en puntos de entrada estratégicos. 

Ethereum, por su parte, continúa afianzando su papel como la columna vertebral de la infraestructura descentralizada. Aunque su ritmo de crecimiento es distinto al del bitcoin, su relevancia tecnológica y la expectativa en torno a próximas actualizaciones consolidan su posición como el espacio donde convergen innovación, finanzas y desarrollo. 

Más que competir, bitcoin y ethereum están aprendiendo a coexistir como piezas complementarias de un ecosistema cada vez más interconectado. En paralelo, el avance regulatorio en torno a las stablecoins representa un cambio profundo en la forma en que el mundo entiende el dinero digital. El reconocimiento legal de estos activos en grandes economías abre la puerta a una adopción masiva, no solo por parte de usuarios cripto, sino también de bancos y compañías financieras tradicionales. En ese sentido, las stablecoins ya no son una herramienta de nicho: se están convirtiendo en el nuevo estándar de liquidez global. DeFi y el universo altcoin también muestran signos de transformación. 

Si bien la participación minorista parece haberse moderado, el crecimiento institucional y la mejora de la gobernanza están sentando las bases para una expansión más sostenible. Lo que antes era un entorno de experimentación ahora empieza a mostrar rasgos de madurez, con proyectos más sólidos y flujos de capital más estables. El mercado, en definitiva, se dirige hacia una nueva etapa: menos dependiente de la euforia y más guiada por la convicción y la integración real en la economía global. 

En conjunto, los avances de Bitcoin, Ethereum, las stablecoins y las finanzas descentralizadas reflejan el paso definitivo de la industria cripto hacia su madurez. Lo que antes era un experimento tecnológico hoy se consolida como una fuerza estructural dentro del sistema financiero global. La confluencia entre innovación, regulación e inversión institucional está transformando la percepción del valor digital y redefiniendo la manera en que el capital fluye, se resguarda y se multiplica. En un contexto económico cada vez más digitalizado, el ecosistema cripto no solo sobrevive a la volatilidad: la convierte en el motor de su evolución y en el reflejo más claro del futuro de las finanzas.





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