02 Nov
02Nov

Miguel Ángel Valero

Desde mediados de año, el euro ha mantenido una tendencia lateral frente al dólar estadounidense (USD). Tras un fuerte repunte en la primera mitad del año, el par de divisas se ha negociado dentro de un rango relativamente estrecho, entre 1,16 y 1,18 dólares. La pregunta es por qué el euro no ha ganado más terreno, a pesar de los evidentes problemas a los que se enfrenta el dólar y las ofensivas de inversión anunciadas por Europa.

Una razón clave es la diferencia en los tipos de interés. El Banco Central Europeo (BCE) continuó relajando la política monetaria en la primera mitad del año, recortando los tipos de interés clave en varias ocasiones. El tipo de depósito se sitúa ahora en el 2%, mientras que el margen de tipos de interés de la Reserva Federal (Fed) se mantiene entre el 3,75% y el 4%, a pesar de otra bajada de tipos esta semana. Esta diferencia hace que las inversiones en dólares resulten más atractivas para los inversores y limita el potencial alcista del euro. Esta presión podría mantenerse mientras la Fed no suavice su política de forma más significativa o el BCE ponga fin a su ciclo.

A esto se suma el débil rendimiento económico de la zona euro. Mientras que la economía estadounidense parece sólida, Europa crece a un ritmo lento. La débil actividad inversora y la disminución de la demanda interna en Europa contrastan con el consumo estable de Estados Unidos. En el mercado de divisas, esto significa que la diferencia de crecimiento está respaldando al dólar y limitando la apreciación sostenida del euro.

Los programas de inversión anunciados en Alemania y otros países europeos tampoco han proporcionado ningún apoyo hasta ahora. Aunque se prevé invertir miles de millones en infraestructuras y protección climática en los próximos años, la mayoría de los proyectos no comenzarán hasta 2026 y tardarán años en tener un impacto económico. Sin embargo, lo que importa a los mercados son los impulsos a corto plazo. 

A esto se suma la estructura fragmentada de los mercados de capitales europeos, que podría obstaculizar una rápida implementación. Incluso si estas inversiones promueven el crecimiento a largo plazo, se espera que factores como los diferenciales de tipos de interés y los riesgos geopolíticos eclipsen la influencia de la política fiscal sobre el tipo de cambio a corto plazo.

Los riesgos comerciales y políticos están agravando la situación. Los aranceles a la importación anunciados por el Gobierno estadounidense están teniendo un impacto negativo en las perspectivas de exportación de las empresas europeas. A ello se suman las incertidumbres políticas en algunos países europeos, que están debilitando la confianza en la moneda única. Estos factores están limitando que los avances positivos, como el aumento de los salarios reales y la inversión pública, proporcionen un apoyo duradero al euro. 

"El movimiento lateral del euro refleja, en última instancia, un equilibrio", afirma Xueming Song, responsable de estrategia de divisas de DWS. "Por un lado, las expectativas de una recuperación económica gradual en la zona euro y la perspectiva del fin del ciclo de flexibilización del BCE están proporcionando apoyo. Por otro lado, los diferenciales de tipos de interés, la robusta economía estadounidense y los riesgos geopolíticos actúan como contrapeso", señala.

Actualmente no hay indicios de que los inversores extranjeros estén abandonando las acciones estadounidenses en favor de la zona euro. El euro podría experimentar un nuevo impulso alcista cuando el crecimiento en Europa mejore claramente o la Fed aplique una política monetaria más expansiva.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.